Este año está de aniversario uno de los integrantes más importante del estuche de lápices escolar: el Liquid Paper. Este material indispensable para evitar borrones y mantener cuadernos presentables cumple nada menos que 65 años desde su creación. Y los celebramos recordando a su creadora, Bette Nesmith Graham, y su singular historia.

Niños y niñas que ya superaron la etapa del lápiz grafito y este año estrenan bolígrafos, verán en sus estuches un nuevo material que los acompañará en este nuevo ciclo: el Liquid Paper. Será indispensable para borrar todos aquellos errores que ya no se podrán corregir con la goma. Bastará una gota para hacer desaparecer el rayado y escribir de nuevo. Y es que el Liquid Paper es mágico: se seca de inmediato, es fácil de aplicar y deja una capa tan lisa que no se nota. Un producto que ya cumple 65 años, y que nació del ingenio de una mujer emprendedora: Bette Nesmith Graham.

Todo comenzó en 1954, cuando Bette Nesmith Graham ya llevaba algunos años trabajando como secretaria en Dallas, Estados Unidos. Llegó un nuevo modelo de máquina de escribir eléctrica. Como tenía las teclas más sensibles, era muy fácil equivocarse. Y si se intentaba borrar el error, quedaba una gran mancha, porque la máquina funcionaba con cintas de carbón en lugar de tinta. Como resultado, había que escribir la página completa de nuevo, aumentando la carga de trabajo de todas las secretarias.

Bette tenía alguna experiencia pintando letreros, y ya sabía que los pintores nunca borran los errores, sino que pintan encima. Entonces comenzó a probar fórmulas para dar con una pintura ligera, que secara rápido y que fuera apta para papel. Lo hizo mezclando materiales en la licuadora de su casa, de noche, y en base a recomendaciones que pedía al empleado de una tienda de pinturas y el profesor de química de su hijo. Cuando dio con el resultado esperado, lo envasó en frascos de pinturas de uñas, con una etiqueta que decía “Mistake Out” (Afuera los errores), y lo comercializó entre las secretarias del banco, que desde un principio se interesaron por probar este singular invento.

Para Bette fue una buena fuente de recursos extra, al estar sola con un hijo que había nacido mientras su padre peleaba en la 2ª Guerra Mundial. Tan entusiasmada estaba con su emprendimiento, que un día escribió “Mistake Out Company” en un documento oficial del banco donde trabajaba. De inmediato la despidieron. Fue un error que se convirtió en oportunidad, porque desde entonces se dedicó por completo a su invento. Patentó la fórmula como Liquid Paper y se dedicó a buscar más clientes, mientras su hijo adolescente y sus amigos envasaban el producto y pegaban las etiquetas a mano en la cochera de la casa.

El emprendimiento creció cuando General Electric encargó 300 botellas de Liquid Paper en 3 colores. Entre tanto, Bette se había casado con un vendedor de alimentos, Robert Graham, de quien tomó su apellido y cuyo apoyo hizo crecer la empresa. No obstante, cuando Liquid Paper ya producía 25 millones de botellas anualmente, Robert Graham quiso dejar fuera a Bette del negocio. Incluso intentó aplicar otra fórmula de pintura, para no usar la que estaba patentada por ella. Todo terminó con la venta de la empresa a Gillette, por 47,5 millones de dólares, en un acuerdo que devolvió los derechos a Bette como creadora del producto. 

Bette Nesmith Graham apoyó muchos otros emprendimientos creados por mujeres, a quienes daba becas y servicios de consultoría profesional mediante dos fundaciones creadas para ello. En su empresa practicó una ética igualitaria, y priorizó la calidad del producto por sobre el lucro. Su pasión emprendedora sigue viva en un producto presente en todos los escritorios, oficinas y estuches a lo ancho del mundo: el Liquid Paper. Un material que dará inspiración a niños y niñas que en estos días estrenan sus bolígrafos.

Actualmente, Liquid Paper sigue corrigiendo millones de escritos en todo el mundo, gracias a su secado rápido con excelente cobertura, y que le permite cubrir cualquier tipo de tinta. Incluso es posible adquirirlo en formato de punta precisa, para realizar correcciones extremadamente pequeñas.