Magdalena Lira: el movimiento feminista “unió un sentimiento general de muchas generaciones de mujeres”

Magdalena Lira: el movimiento feminista “unió un sentimiento general de muchas generaciones de mujeres”

Conversamos con la presidenta de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, lugar donde la ola feminista ha ido en ascenso y donde se ha desarrollado una histórica toma. Para ella, toda la sociedad – incluida su casa de estudios- debe ser capaz de responder a las demandas del movimiento feminista, que ha  remecido al país y que ha estado en la prensa mundial.

Por Rebeca Ubilla M

El movimiento feminista llegó para quedarse… quizás ésta sea la frase que más hemos escuchado, luego de que las distintas universidades del país se transformaran en epicentro de la ola feminista  y desde donde las voces de las mujeres se han escuchado fuerte y claro pidiendo una educación no sexista, igualdad de oportunidades, respeto y todo aquello por lo que varias generaciones han peleado y que hoy las jóvenes piden a gritos. Para abordar este tema hablamos con la presidenta del centro de alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, Magdalena Lira, lugar que también se ha unido a las demandas y donde se realizó una histórica toma (específicamente en Casa Central) como no se veía desde 1967.

-¿Cómo ves el actual movimiento feminista que ha nacido desde las universidades pidiendo una “educación no sexista”?

El movimiento feminista nace producto de que se empiezan a destapar casos de acoso y abuso sexual en espacios universitarios. Este acontecimiento toma total relevancia cuando son muchas las universidades del país las que comienzan a paralizarse y ser tomadas por los estudiantes. Poco a poco va tomando fuerza; se comenzó a levantar un diagnóstico que da cuenta de la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las mujeres, donde, a través de distintas expresiones y prácticas, la sociedad va generando una desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, a veces evidente, a veces imperceptible.

-No hablamos de un movimiento cualquiera, sino de uno que ha impactado al país…

Este movimiento social ha remecido al país, porque ha interpelado no solo a universitarios, sino que uni un sentimiento general de muchas generaciones de mujeres que, en menor o mayor medida, han sentido que la sociedad no las valora de la forma que merecen.

Con todo, me parece que tenemos que guardar cierta reserva por el hecho de que no existe ni claridad ni transversalidad en lo que se entiende bajo la consigna de una sociedad y una “educación no sexista” y que de esa falta de claridad se generen respuestas que no representan a todas las mujeres, para revertir un panorama sociocultural que nos excluye o relega.

Sin embargo, veo con muy buenos ojos el hecho que hoy tengamos una oportunidad, que me entusiasma e interpela como mujer; de cuestionar nuestra legislación, nuestro comportamiento, la manera en que nos expresamos, la manera en que nos organizamos como sociedad, que han ido modelando un país y una cultura que está al debe con la Mujer, llegando el momento de decir basta.

-¿Qué frutos esperas que tenga este movimiento?

Este movimiento debe ser capaz de marcar un antes y un después en los roles y funciones que asume y se le reconoce a la mujer en la sociedad. Hoy nuestro ordenamiento jurídico garantiza a hombres y mujeres el igual goce de todos sus derechos y ello debe traducirse en un igual trato y oportunidades. Lo que hoy está escrito en el papel, lamentablemente no es una realidad.

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-Hablamos de un movimiento que interpela a toda la sociedad…

-El movimiento feminista está llamado a interpelar no solamente a nuestro sistema educacional, sino que, a nuestra sociedad completa, promoviendo los cambios estructurales y culturales necesarios para revertir las injusticias que se han generado hacia las Mujeres. Es más, creo que hoy es mucho más el caso que sean prevalentes los abusos y malas prácticas en el mundo laboral y previsional, antes que en el plano de la ética sexual, en la que existe un amplio consenso sobre la injusticia y repudio a la vulneración de la indemnidad y libertad sexual de las mujeres.

-¿Qué se debe promover en el área de la educación?

En lo que se refiere a la educación, debemos promover que, en este proceso, en el cual se forman y desarrollan personas, profesionales y ciudadanos -en ese orden-, se erradique la desigualdad de oportunidades, las discriminaciones arbitrarias y las manifestaciones de violencia contra la mujer. Es importante que se levante un marco normativo que tenga protocolos de prevención y de denuncias de abuso y acoso sexual, pero más importante aún es que produzca un cambio a nivel cultural que permita erradicar una desfiguración de la relación entre estudiantes y profesores, para enfrentar el problema de raíz. Lo que antes era de sentido común, hoy ya no lo es.

Pero antes que darlo por perdido, creo que está en nosotros como sociedad y cultura volver a darle vigencia a ciertas normas de conducta que busquen evitar episodios como los que hemos conocido. En las salas de clases, debe promoverse un desarrollo vocacional por igual, sin presumir el futuro que buscan los hombres y mujeres por el sólo hecho de serlo, fomentando una sociedad que hoy se estructura en torno a la corresponsabilidad y la complementariedad entre hombres y mujeres.

-¿Qué hay de los cambios a la legislación?

Y en lo que se refiere a nuestra sociedad, debemos entrar a analizar y promover cambios en la legislación, abordando, por ejemplo, la situación discriminatoria de la mujer en la administración de los bienes matrimoniales y bienes propios, la figura del maltrato y a la violencia en la ley penal, las diferencias salariales, las leyes de compatibilización de trabajo con la familia para hombres y mujeres, etc. Y del mismo modo, deben promoverse políticas que vengan a incluir a las mujeres en las decisiones, en espacios como el Congreso, no porque se responde a una presión de un movimiento social, sino porque estamos convencidos de que hombres y mujeres aportan una visión única y distinta, que se complementa, y que deben tener igual cabida para la formación de nuestra sociedad.

-¿Qué necesitamos para obtener resultados concretos?

Creo que se requieren tres cosas. Vocación de masas y de transversalidad; actitud de persuasión para encontrar en los hombres aliados y no enemigos; y claridad conceptual de aquello contra lo que nos manifestamos

Debemos organizarnos y promover espacios de reflexión y cuestionamiento en los ambientes en el que nos desenvolvemos; por nuestro lado, como estudiantes, debemos levantar espacios en nuestras universidades y carreras, para pensar en conjunto -con todos los miembros de la comunidad- cuáles son los problemas que existen y qué soluciones debemos promover. Y así como es importante que se respeten espacios que este movimiento ha favorecido, donde mujeres podamos compartir experiencias, miedos, ideas y frustraciones entre nosotras, es prudente que se abran espacios para que hombres y mujeres podamos pensar conjuntamente la universidad y la sociedad que queremos; porque no debemos olvidar que este cambio lo hemos impulsado las mujeres, pero es responsabilidad de todos hacernos cargo.

Si en el pasado los hombres no estaban tan abiertos a escuchar nuestras experiencias y humillaciones, ni nosotros abiertas a contarlas, hoy es el momento de hacerlo, buscando que los hombres entiendan lo que vivimos y tengan un impulso personal a cambiar y propiciar cambios.

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-Se debe interpelar a la sociedad completa…

-Debemos interpelar a una sociedad completa, levantando las situaciones e injusticias que afectan a todas las mujeres y promoviendo demandas y respuestas transversalmente aceptadas, potenciándonos entre todos. Por eso, creo que no podemos dejar de lado que las mujeres no somos una masa monolítica de pensamiento único, sino que entre nosotras existen un montón de matices y diferencias políticas e ideológicas, y que el peor riesgo para el movimiento es que sea secuestrado por facciones ideológicas, que antepongan su ideología a las metas comunes de todas las mujeres. En este sentido, creo que tenemos el deber de identificar y conceptualizar en forma clara aquello contra lo que nos movilizamos, pues sólo ante diagnósticos claros es posible encontrar respuestas y medidas precisas.

¿Cómo ves este tema específicamente en la UC?

En la UC, y aún de manera más latente en Derecho UC, podemos darnos cuenta de que, tanto en nuestra sociedad como en nuestra Universidad, muchas veces existen prácticas que conllevan una desigualdad de oportunidades en el proceso educativo. Pese a que son prácticas que hoy no están avaladas por la Facultad, es una realidad que los hombres no se ven expuestos a los mismos comentarios denigrantes que pueden llegar a afectar negativamente a las mujeres. Y quiero ser enfática en señalar que eso no quita que existe la responsabilidad individual de trabajar en la resiliencia y que existe un sinnúmero de generaciones anteriores de mujeres que han pasado por Derecho UC, por ejemplo, que aun así han sido capaces de sobreponerse y llevar adelante carreras profesionales exitosas.

Pero eso no quita lo anterior: estos comentarios escuchados en la prensa o cualquiera que se le acerque deben ser erradicados, porque no se condicen con el trato respetuoso que se le debe dar a todos los estudiantes que están ahí para obtener su grado y título profesional de abogados y no es razonable que los profesores asuman lo contrario respecto de ninguno de ellos.

Yo veo a una Universidad que se ha autoimpuesto la tarea de promover un mensaje católico: un mensaje pro vida, un mensaje inclusivo y un mensaje de opción preferencial por el más vulnerable. Esto supone una gran responsabilidad, al aspirar un establecimiento que quiere practicar estos valores, estudiarles en sus salas de clases y generar un impacto de esa magnitud en nuestra sociedad. Por lo tanto, veo que existe una necesidad imperante de trabajar para que la UC pueda estar cada vez más cerca de sus propias metas y que falta mucho.

A tu parecer ¿Cómo debe trabajar la Universidad Católica el tema de la mujer?

-En lo que respecta al tema de la mujer, de manera interna, la Universidad Católica debe ser precursor y ejemplo en sistemas de prevención y protocolos de denuncia de violencia sexual en línea con su identidad, que por lo demás parte de un axioma sobre la naturaleza del ser humano y su debilidad que le exige un mayor estándar de cuidado y responsabilidad personal mantener políticas de acompañamiento a madres y padres universitarios, encabezar políticas y mecanismos que favorezcan la inserción de la mujer en espacios académicos, de decisión y de servicio; y de manera externa, la Universidad debe ser capaz de encabezar los debates sobre las políticas inclusión de la mujer en nuestra sociedad, de manera estructural y cultural, debe liderar estudios que revisen el aporte científico y académico de las mujeres en el conocimiento, debe ser pionera en las reflexiones que busquen revertir las injusticias de la mujer en contextos de vulnerabilidad social. Nuestra Universidad debe ser capaz de responder a las necesidades que este movimiento social desafía, haciéndose parte de los cambios que hoy pedimos a gritos las mujeres.

 

 

 

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