El dramático aumento en la importación de vestuario y calzado en Chile en los últimos alcanza el 650% en los últimos quince años.

El dramático aumento en la importación de vestuario y calzado en Chile en los últimos alcanza el 650% en los últimos quince años.

En Día de la Tierra, la cifra fue dada a conocer por la Organización Internacional Fashion Revolution en Chile, y muestra impacto que la industria de la moda puede tener en el medio ambiente pero también en la manufactura local.

En el contexto de la Semana Fashion Revolution que se celebra del 22 al 28 de abril, Fashion Revolution Chile destacará cómo la futura industria de la moda debe respetar tanto a las personas como al planeta con un trabajo justo y digno, protección ambiental e igualdad de género.

El Análisis se hizo en dos categorías, vestuario-accesorios y calzado. Considerando el período 2003 al 2018, la importación de vestuario y accesorios aumentaron de US$502,2 millones a US$3.264,7 incrementándose en un 650%, mientras que el calzado aumentó de US$203,5 a US$1.211,6 incrementándose en 595%.

Esta realidad se suma a los últimos cierres de fábricas textiles y de calzado en el primer semestre. “Este fenómeno nos afecta desde varios puntos de vista, pues ni todas las marcas locales han dejado de existir, ni el consumo disminuye”, señala Pablo Galaz Esquivel, Director Ejecutivo de Fashion Revolution en el país. Las marcan encuentran manufactura más barata en el extranjero -principalmente en Asía-. que les permite aumentar sus márgenes, vendiendo ropa a más bajo precio, pero de menor calidad que la de hace quince años.

“No sabemos dónde está hecha nuestra ropa, por quienes, si el dinero que ganan es suficiente para su subsistencia, si lo hacen en forma segura. El desastre de Rana Plaza del 2013 fue lo que nos reveló la necesidad de comenzar este movimiento. Lo que compramos puede significar un gran riesgo para ellas por eso necesitamos que las marcas transparenten dónde y en qué condiciones se hace su ropa. Por eso nuestra principal campaña es invitar a las personas a preguntar a las marcas de ropa que consumen con el hashtag #quienhizomiropa?”

El fenómeno del fast fashion o moda rápida, se ha incrementado en los últimos diez años presionando a las marcas locales a bajar sus precios. Ya casi no existen fabricas de ropa en Chile, sólo quedan algunos pequeños talleres cuyo principal ingreso son los uniformes.

Existen seis mil trabajadoras y trabajadores textiles que han ido quedando sin empleo en las fábricas y que hoy deben responder al mercado de manera individual, con altas demandas de trabajo, pues se les paga por pieza entregada.  “También debemos considerar el impacto ambiental, que no ha sido recogido por el Estado. Descubrimos el en el estudio de caracterización de residuos que justifica la ley REP, se utilizó la misma cifra del 2001. Considerando que los textiles son en un 70% derivados de poliéster (derivado del petróleo).” La industria de la moda es la segunda que más contamina con microplásticos primarios y secundarios. Creemos que el Estado debe poner atención al nivel de consumo y disposición final de la ropa. El impacto es equivalente a los pasticos de un solo uso.

El reciclaje no es la mejor solución

Puede parecer sorprendente, pero lo que hacen las grandes campañas de reciclaje de ropa, es exportar ropa a Europa, donde se separa y por la mezcla de fibras naturales y sintéticas, sólo un 1% se puede reutilizar para textil, lo demás se dona, se transforma en relleno o se incinera. Lo mismo sucede con el calzado. La incineración se utiliza para generar energía pero, es mucho más contaminante que otras fuentes, y una evidencia que la sobreproducción está desatada. El mejor camino es reducir el consumo, preferir prendas de fibra natural y hacer que duren, embelleciéndolas, reparándolas o intercambiándolas.

En esta Semana Fashion Revolution, realizará diferentes actividades en Concepción, Temuco y Santiago invitando a las personas a reflexionar sobre cuánto y qué calidad de ropa compran. “Una prenda o zapatos de calidad puede parecer cara, pero por su durabilidad, es más económica que 10 prendas baratas de baja calidad. “Lo importante es que entendamos que la ropa es tan importante como nuestra alimentación, debemos procurar que sea de calidad, conocer en qué condiciones fue hecha y disfrutarla el mayor tiempo posible, para que el impacto de nuestro consumo sea mínimo. “

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