Sólo dos vasos de vino y una lata de cerveza bastan para que una persona se encuentre en estado de ebriedad. Con esta cantidad de alcohol, que para muchos puede parecer intrascendente, se reduce la visión periférica, el tiempo de reacción disminuye del 30 al 50% y empieza a prevalecer el desequilibrio. La neuróloga Mireya Balart, explica cómo afecta el alcohol al cerebro y advierte cuáles son las consecuencias de ignorar estas alteraciones, incluso cuando no somos conscientes de ellas.
En vísperas de Fiestas Patrias, las fondas, los asados y las múltiples reuniones sociales para celebrar al país, aumentan considerablemente el consumo de vino, cerveza y otros tragos típicos de la fecha. De hecho, el año pasado Carabineros registró un total de 601 personas conduciendo en estado de ebriedad y 309 bajo la influencia del alcohol, lo cual resultó en 76 accidentes de tránsito. “El alcohol interfiere en los procesos biológicos de los neurotransmisores que la persona necesita para reaccionar, procesar, moverse, mirar y pensar”, explica la neuróloga de Clínica Vespucio, Dra. Mireya Balart.
De hecho, sólo se requieren cinco minutos, desde que se empieza a ingerir alcohol, para que el cuerpo absorba parte de esta sustancia. En esta primera etapa, se genera un sentimiento de euforia, durante el cual las personas no son conscientes de las consecuencias que el trago tiene sobre el cerebro y sus funciones. La especialista agrega que el alcohol actúa como un anestésico que va deprimiendo el Sistema Nervioso Central y, a medida que aumenta el consumo, “los efectos son exponenciales, generando de un minuto para otro, lentitud motora y del procesamiento mental”.
¿Qué ocurre realmente en el cerebro?
Para visualizar este proceso, la neuróloga realiza la siguiente comparación tomando como ejemplo a un hombre de aproximadamente 80 kg y utilizando dos bebidas típicas a lo largo de todo el año y en especial en esta época.
- 2 vasos de vino (200 cc cada uno)
En este momento, la persona ya está bajo la influencia alcohólica y tiene 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre. Ha perdido alrededor del 15% de su rendimiento visual y su audición también se ve afectada. Con estos sentidos comprometidos, ya no es capaz de estimar correctamente la velocidad y puede, por ejemplo, y es más susceptible a accidentarse o convertirse en el protagonista de un incidente. “Este individuo cree que está siendo cuidadoso cuando en realidad es más temeroso y el cerebro ya no está funcionando correctamente”, advierte la Dra. Balart.
- 2 vasos de vino + una lata de cerveza
Esta cantidad de tragos se traduce en 0,8 gramos de alcohol por litro en la sangre y el paciente ya se encuentra en estado de ebriedad. La especialista indica que en esta etapa la visión se vuelve periférica, por lo cual ya no se perciben los objetos que se aproximan por los costados. Asimismo, agrega que “el tiempo de reacción disminuye del 30 al 50% y el cuerpo empieza a luchar contra los desequilibrios”.
- 1 botella de vino (750 cc)
En la llamada etapa de intoxicación, el sujeto tiene 1 gramo de alcohol por litro de sangre y existen claros trastornos en el habla, la capacidad de reacción, el equilibrio y la orientación. “El trago se metaboliza principalmente en el hígado, pero también en los riñones y en la piel, por lo cual la embriaguez es completamente evidente para el medioambiente de la persona, tanto por su forma de actuar como por el olor que emana”, detalla la doctora.
Los riesgos del exceso
En Chile, los accidentes representan la primera causa de mortalidad infantil en menores de 14 años, y un 20% de ellos son resultado del consumo de alcohol. “Dependiendo de la cantidad de alcohol, el cuerpo se demora de 8 a 9 horas en metabolizarlo. Por ello, el llamado es a tomar conciencia de los daños que genera el consumo excesivo tanto para nosotros como para terceras personas”, concluye la especialista.
A largo plazo, la ingesta crónica de alcohol tiene consecuencias importantes reconocidas científicamente. “Produce alteraciones de la memoria, de la personalidad y en etapas más avanzadas genera daño hepático, daño cerebral difuso hasta incluso llegar a la demencia cerebral”, asevera la neuróloga.