De forma repentina los días de calor se acabaron con la llegada del otoño, pasando de los 30° a los 20°o incluso menos. Con ello, no solo se ven cambios en los horarios y el clima, sino que también afecta físicamente a nuestro cuerpo.

El cuerpo reacciona físicamente a distintos estímulos y, como la piel es un órgano que regula la temperatura de nuestro organismo, percibe cuando ocurren los cambios de temperatura. El frío, los mayores vientos y la falta de luz que caracteriza al otoño e invierno, puede resultar en diversas consecuencias en ella.

Por el nivel de relevancia de este órgano, es importante notar cuáles son los cambios que vemos en las distintas estaciones y cómo puede afectar negativamente a la piel y, por lo tanto, al cuerpo y su salud. La Dra. María Luisa Pérez-Cotapos, Dermatóloga de Medicop, comenta que “la función principal de la piel es proteger al cuerpo de cualquier ataque externo: infecciones, virus, hongos, bacterias, entre otros. La piel va a ser el principal órgano defensor de todo lo que pueda agredirnos, es por esto que no hay que despreocupar su atención dermatológica”.

Algunas de las repercusiones que se pueden observar en este cambio de estación son la sequedad, tirantez, enrojecimiento o heridas en la piel. Ante esto, la Dra. Pérez-Cotapos afirma que estos síntomas son “más frecuente en los climas fríos, cuando hay nieve o cambios bruscos de temperatura que deshidratan la piel. Sin embargo, las enfermedades pueden aparecer en cualquier época del año”.

En cuanto a esto, la dermatóloga de Medicop aconseja ocupar cremas, emolientes o lubricantes que puedan ayudar a combatir la sequedad, así como también tener una hidratación adecuada con aproximadamente 2 litros de agua diaria, además del uso de protector solar aunque los días parezcan que no lo requieran, pues los rayos UV continúan presentes.

Por otro lado, además del factor climático, hay que considerar distintas causas que también pueden producir estos síntomas en la piel. Por ejemplo, hay que examinar cuál es el grado de sequedad, si el paciente tiene una buena hidratación, si hay enfermedades o antecedentes familiares o, incluso, si está tomando medicamentos que puedan afectar a la normalidad de la piel.

Debido a que son varios los factores que pueden afectar y, que se pueden ver intensificados con el cambio estacional, es primordial contar con chequeos generales al menos una vez al año para conocer la evolución del estado del paciente o de antecedentes relevantes, sobre todo “es importante tener una constancia y una revisión principalmente en aquellos pacientes que tienen antecedentes familiares de cáncer de piel o melanoma”, asegura la Dra. Pérez-Cotapos.