La escritora chilena, radicada en Estados Unidos, lanza su última publicación que tiene como protagonistas mujeres con personalidad  rebelde, determinada y apasionada, la que contrasta con la sociedad y costumbres de 1910 en Chile.  Un deseo de autogobierno y autodeterminación que las une a las generaciones actuales.

Por Rebeca Ubilla M.

Desde los 10 años que contaba historias… más bien cuentos que inventaba y  narraba a sus compañeros de colegio y  veía como reaccionaban. Desde esos años que la escritura está arraigada en el alma y cabeza de Andrea Amosson, la escritora chilena  -periodista de profesión y con  una maestría en Literatura- que cuenta  con una amplia producción literaria y que hoy lanza su última novela: “La Pasión de las Mujeres Milet” (Editorial Penguin Radom House).

Accede a conversar con nosotros desde Texas, Estados Unidos, donde vive con sus dos hijos y su esposo. “Llegué a vivir acá por cosas del corazón”, al conocer a su marido americano; sin embargo reconoce que extraña nuestro país y se declara una “chilena nostálgica”.

 Comienza a escribir cada septiembre, cuando sus hijos ya han comenzado la temporada escolar (en Estados Unidos parte en agosto) y el silencio se vuelve a apoderar de su casa y tiene la tranquilidad necesaria para dar rienda suelta a su creatividad. Así fue como también fue formando la narración de las Mujeres Milet, donde primero aparecieron los personajes y luego se fue armando la historia.

Pero el relato no es  de cualquier mujer sino como describe en su propio libro: “Las mujeres Milet eran conocidas por dos atributos esenciales: la belleza y la amabilidad, pero estas cualidades apenas superaban los baches de sus temperamentos, porque  en lo privado podríamos decir que eran rebeldes, coléricas, rabiosamente independientes y , lo más complejo, difíciles de emparejar”.

 Son ellas las que se apoderan de las páginas en una novela de época, que nos muestra las forma de vivir en Chile de las primeras décadas de 1900, con todos los componentes románticos.

¿Qué inspiró “La Pasión de las Mujeres Milet”?

-La primera imagen que tuve fue la del personaje Emarié sin saber quien era  y cuando pasan esas cosas pongo atención y veo si hay que perseguir un poco al personaje y la vi doble, entonces dije: tiene una hermana gemela y luego caminando  por un mercado vi fotos de dos niñas iguales… y seguí pensando en  el desarrollo de estas dos chicas y partir de ahí se empezó a crear este mundo en mi cabeza, donde primero sale la abuela Adelaida y luego Olivia y ya tenia la genealogía y las niñas eran chilenas. Luego las imaginé en distintos escenarios de 1800, 1900, 1940 y no me calzaban en ninguna década. Lo hablé con mi editora, quien me aconsejó mirar la época de 1910 (la bella época chilena) y ahí aterrizaron todas las Milet en el tiempo y el espacio.

-¿Qué referente tienen las mujeres Milet?

-Es una combinación de las mujeres que he conocido en la vida y de las heroínas que hay en las obras literarias, por ejemplo toda la creación de Jane Austen y sus protagonistas, las hermanas Brontë, como las tres escritoras en sí y también la periodista Nely Bly que recorrió el mundo en menos de 80 días. Creo que ahí se fue armando esta personalidad irreverente, con ansias de libertad que está presente en todas las Milet. En términos de personas específicas del día de hoy no podría poner un nombre, pero siempre voy sacando de pedacitos de personas que son fascinantes y que te inspiran también.

-¿Qué tienen en común las mujeres Milet con las chicas de hoy?

-El deseo del autogobierno y la autodeterminación que siempre ha estado presente en nosotras, lo hemos podido ejercitar en mayor o menor medida dependiendo de nuestro contexto histórico, algo que ahora podemos hacer sin que nos quemen en la hoguera, pero es la misma búsqueda que se vincula con el camino propio, de lo que uno quiere y no quiere hacer (los silencios dicen mucho) y ejercer el no sin culpa y creo que ahí las niñas de hoy nos llevan un poco más de ventaja y tenemos que aprender de ellas… porque las de mi generación terminábamos diciendo sí a todo y terminábamos agobiadas.

-En la historia hablas del corsé como símbolo de estar reprimidas ¿Qué corsé ves que aún tenemos las mujeres de hoy que nos está limitando?

-Todavía hay un cuestionamiento que se hace a las mujeres por las decisiones que toman, independiente de las que sean. La culpa y el no atreverse por el qué dirán, también son corsé. A Chile todavía lo encuentro un país homogéneo, en término de los valores y la forma de ser. Acá (EE.UU) no se siente  eso, porque como hay tantas culturas dentro del país, hay más espacio para explorar y no se mira al otro con tanta desconfianza, porque entiendes que tiene otra cultura.

-El libro también es una radiografía a las costumbres y usos de 1910-1920, ¿Cómo ves que hemos avanzado como sociedad desde esa época hasta hoy?

-Diría que ya haber conseguido el voto político es un salto tremendo para la posición de la mujer en Chile, porque esto da pie a que haya mujeres políticas que puedan crear leyes y puedan determinar ciertos enfoques; la existencia del Ministerio de la Mujer también es un paso; el que llegáramos a tener la primera Presidenta mujer mucho antes que Estados Unidos, que suele ser pionero, también es un hito.  No hubieran habido esos espacios, sino se hubieran quemado esas etapas previas…En esto no hay un punto final, cuando una sociedad se fija eso, ya es como el fin de la sociedad.

-¿Cuál es el fin de la novela?

 -Explorar el papel de la mujer en la época en que está ambientado el libro y específicamente de las chilenas; también  quiere mostrar la labor e inmersión de los inmigrantes en esa época. Pero, además,  busca entretener, porque es una novela que invita a sentarse y relajarse, después de la pandemia que hemos vivido o de un mal día.

También está el cuestionamiento a las reglas, presentar estas formas diferentes de vivir que pueden ser distintas, pero que invitan a observar.

Andrea Amosson