La escritora acaba de lanzar su libro “Muere Lentamente quien no sueña” (Editorial Planeta), el cual está ambientado en mayo de 1968, época de revueltas estudiantiles en París. En ese contexto visibiliza el amor entre dos mujeres, tiempo en que arriesgaban mucho más que hoy.
Por Rebeca Ubilla Madrid
Viajó a Paris, para recorrer el Barrio Latino, específicamente los alrededores de la Universidad de La Sorbona, exploró los clubs de Jazz y las bibliotecas y paseó por el rio Sena. La idea de la escritora Florencia Eluchans era empaparse de los colores, olores y sabores del escenario en que daría vida a su última novela: “Muere Lentamente quien no sueña”
El relato (de Editorial Planeta), sigue al joven matrimonio compuesto por Isabel Y Martín, quienes en 1968 emigran a París -a la Sorbona- a estudiar literatura. Se trata de un año convulso con importantes manifestaciones estudiantiles que demandan el fin de la Guerra de Vietnam, la muerte del imperialismo americano y un mundo mejor. Los hechos pondrán a prueba la relación de la pareja, así como también instalarán un nuevo descubrimiento para Isabel, quien experimenta una fuete atracción por Lucía, una española de carácter decidido.
-¿La novela está ambientada en un año específico: 1968 y en París. ¿Por qué elegiste ese año para relatar la historia?
-Quería elegir un momento de la historia convulso -por las circunstancias que hayan sido- para hacer de contraste con el personaje (principal) en su mundo interior, y hay hechos que ya se han tocado mucho en las novelas como la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Mayo de 1968 es menos conocido, por lo menos en la generación nuestra y me pareció muy atractivo. Además, tengo un vínculo más emocional con París, porque fue la ciudad que acogió a mi mamá en el exilio lo que significó que marcara el mapa familiar de mi familia de origen, en el sentido de que tengo primos y tíos que se quedaron haciendo una vida allá. Es la única “otra ciudad” donde tengo familia, por lo que hay un vínculo.
Cuando me puse a estudiar de mayo de 1968, también me pareció interesante esta retórica de “cambiemos el mundo” y es entretenido contarlo y analizarlo con la perspectiva del tiempo. Además, es una retórica que se ha ido repitiendo mucho. Hay ciclos en la historia, entonces también es bonito vivirlo en ese momento que fue tan marcador en la historia de occidente. El año 1968 completo fue un año muy convulso, muere Martin Luther King y la guerra de Vietnam estaba en un momento muy álgido.
-¿Cómo describirías a los jóvenes que encabezaron los movimientos de esa fecha?
-Diría que no fue una revuelta rabiosa, en contra de la injusticia o la inequidad, fue una revuelta por la búsqueda de la libertad, había una ensoñación más grande que la hace más bonita… más utópica.
-¿Qué o quien inspiró a Isabel, la protagonista?
-Son todos personajes de ficción, pero lo bonito de esto es que cuando uno los va construyendo pasa que probablemente existe. La protagonista tiene el nombre de mi hermana (la historiadora Isabel Eluchans), de mi madre y de mi abuela que son mujeres que han influido mucho en mi mundo literario. Pero el conflicto de Isabel (de esa nueva posibilidad del amor que enfrenta) puntualmente a mí me parecía interesante contarlo en ese momento, el cual era aún mucho más complejo de que si lo hubiera habitado al día de hoy.
-¿Podemos decir que en Isabel hay una búsqueda de libertad y de descubrir lo que le pasa ?
-En esta época hay una reivindicación del rol de la mujer, porque hay un concepto que es la libertad, que es fundamental en la época, pero es una libertad sobre todo intelectual y cultural de la mujer. La mujer hasta antes participaba bastante poco. En el libro he nombrado a Simone De Beauvoir, que fue una intelectual libre. El conflicto de Isabel está acompañado de este escenario, pero es un conflicto más personal.
-¿Qué te llevó a querer abordar el tema del amor entre dos mujeres?
– Creo que es un tema del que aún se habla poco, las historias de amor pueden ser conmovedoras y esta es una historia de mucho amor y mucho dolor y es el viaje de ella (la protagonista) y me parece interesante contarlo. Uno lo que quiere es que el lector conecte sin un juicio moral y yo creo que es bonito contar una historia que es bastante compleja y profunda y que el lector logre empatizar con todo lo que le está ocurriendo. Ese viaje de transformación, de liberación, de conocimiento de ella se cuenta tanto desde la alegría como desde el dolor y eso es lo interesante.
-¿Cómo ves hoy el concepto de libertad femenina?
-Hoy, con todas las cosas difíciles el mundo es bastante más amable, sobre todo con las minorías sexuales. Hoy lo que uno está arriesgando es que la gente hable mal de ti o cosas así, puras tonteras sociales, pero en esa época (la que se aborda en el libro), las chicas están sacrificando cosas muy importantes, como que las puedan encarcelar o meter a un hospital psiquiátrico, estamos hablando de sacrificios enormes y hoy eso no existe. A la vez, desde el punto de vista intelectual, hoy las escritoras mujeres tienen una voz muy importante en el mundo de la literatura universal.
-¿Y que nos queda pendiente para seguir conquistando esa libertad femenina?
-Creo que de todo un poco. Son bonitos los equilibrios de las energías masculinas y femeninas. El machismo tan radicalizado llevó a un feminismo muy radicalizado y hoy eso está mucho más en equilibrio y está bien que así sea.
-¿Qué otro período histórico te gustaría explorar o llaman tu atención?
-Por ahora estoy digiriendo esta novela, pero me parece de que la combinación de una historia de amor en algún contexto histórico funciona bien, a mi me gusta mucho, lo que es fundamental, porque es un trabajo de largo aliento. A mí todo el trabajo de investigación me genera un interés muy profundo. Así, tengo claro que la próxima novela será en Argentina por el año 1975.









