Un estudio demostró que las enfermedades al corazón y la depresión comparten más factores en común de lo que creemos. Expertos del área de la salud explican su relación y qué podemos hacer en caso de estar frente a un infarto al miocardio.

Desde hace algunos años los expertos vinculan las patologías cardiovasculares con la depresión. Esto, porque se descubrió que los infartos o ictus aumentan la probabilidad de tener una salud mental comprometida.

Un estudio reveló que ambas comparten un módulo genético funcional, compuesto en este caso, por 256 genes, cuya expresión en niveles superiores o inferiores a los considerados normales confiere a las personas portadoras un mayor riesgo de desarrollar ambos tipos de enfermedades.

¿Por qué la depresión y los ataques cardíacos podrían estar relacionados?                        

El Dr. Bruno Dighero, cardiólogo de Clínica Dávila Vespucio explica: “La conexión entre ambas afecciones es profunda y multifacética. La presencia de una enfermedad cardíaca puede ser una fuente significativa de estrés y ansiedad, lo que puede desencadenar o agravar la depresión. Además, la inflamación crónica, común en ambas condiciones, actúa como un vínculo biológico que explica esta relación”.

¿Un paciente con depresión tiene más probabilidad de tener enfermedades cardíacas?

La Dra. Eugenia Escorza, jefa de Psiquiatría de Clínica Dávila, revela: “Existe una relación entre los pacientes con enfermedades cardiovasculares y la depresión, aproximadamente una de cada cinco personas con enfermedades cardíacas tiene una depresión grave. Es una relación viceversa, es decir, quienes tienen cuadros afectivos tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares, y quienes tienen patologías cardíacas tienen mayor probabilidad de ver afectada su salud mental”.

Adicionalmente, la Dra. Debbin Brogca, cardióloga de Clínica Ciudad del Mar, aclara: “Las enfermedades cardiovasculares provocan problemas asociados al ánimo, debido a que los síntomas que incitan este tipo de patologías limitan la vida diaria. Por lo tanto, podrían causar depresión. La sensación de invalidez, por ejemplo, conlleva a este tipo de cuadros”.

Por su parte, el Dr. Pablo Pedreros, cardiólogo de Clínica Santa María, menciona: “El paciente que ha tenido un evento cardiovascular y que ya se ha rehabilitado, siempre tendrá más riesgo y, en ese sentido, es un enfermo que se debe estar evaluando al menos cada seis meses”.

¿Cómo reconocer que una persona está sufriendo un ataque al corazón?

Desde Clínica Biobío, la Dra. Aliosha Sáez, jefa de la Unidad de Urgencia, detalla: “Es importante saber reconocer los síntomas de alarma que pudiesen provocar un infarto al miocardio. El principal indicio es el dolor en opresivo en el centro del pecho -como si un elefante se sentara encima-, que puede irradiarse a los brazos, al cuello, a la mandíbula o a la espalda. También, puede haber dificultad para respirar, dolor abdominal a nivel de la boca del estómago, mareos, náuseas, sudoración, compromiso de conciencia. Estos son algunos signos, especialmente en personas de alto riesgo, por lo que es fundamental reconocer la gravedad y consultar en un servicio de urgencia”.

¿Qué hacer frente a un infarto?

El Dr. Alfredo Labarca, urgenciólogo de Help, sostiene que, si existen sospechas de que alguien está sufriendo un infarto cardíaco, es importante actuar rápidamente siguiendo estos pasos:

  1. Llamar al número de emergencias de la compañía de rescate con la que tengas convenio o al SAMU (131) para obtener atención médica profesional inmediatamente.
  2. Mientras esperas a que llegue ayuda, haz que la persona se siente o se recueste en una posición cómoda y tranquila.
  3. Si está consciente y puede tragar, puedes darle un comprimido de ácido acetilsalicílico para adultos, que la mastique y trague para ayudar a reducir el daño al corazón. Asegúrate de que no sea alérgica a este medicamento y consulta con un profesional de la salud si tienes dudas.