Cada 21 de mayo se celebra el día mundial de esta tradicional bebida, cuya producción repercute directamente en el desarrollo sostenible.

El té es una bebida milenaria, cuyo origen se remonta a la cultura oriental, pero que hoy se ha instalado como una costumbre a nivel mundial. No importa la época del año o la hora del día, el té siempre puede ser protagonista. Cada vez son más los que se unen a los fanáticos de este brebaje y el mercado va sorprendiendo con nuevas variedades, versátiles y de toques desconocidos.

Pero ¿qué hay detrás de esta tendencia? Uno de los factores fundamentales en su auge son sus impactos favorables en el organismo. Lo más descrito en este sentido es su elevado contenido en antioxidantes que pueden ayudar a prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas.

Así, diversos estudios como el publicado en Asia Pacific Journal of Clinical Nutrition, han demostrado que el té negro puede reducir el azúcar en la sangre previniendo los cuadros de Diabetes tipo 2 a largo plazo. Del mismo modo, otras investigaciones han concluido que el té verde en particular, por ser rico en polifenoles, se relaciona con una mejor tolerancia al estrés e incluso menor riesgo de sufrir la enfermedad de Alzheimer.

A lo anterior, se suma que tomar té impacta favorablemente la salud cardiovascular, pues sus propiedades antiinflamatorias ayudarían a mantener relajados los vasos sanguíneos, reduciendo la tensión arterial y mejorando la función del corazón, como arrojó un estudio publicado en Clinical Nutrition.

Al respecto, la nutricionista diplomada en nutrición clínica adultos y nutrición deportiva, Marisol Martínez, comenta que “de acuerdo a estudios recientes, Chile es el mayor consumidor de té en la región, con una ingesta per cápita de 330 tazas al año y  efectivamente son amplios sus beneficios.  Uno clave hoy es que fortalece notoriamente el sistema inmune, ya que los flavonoides que contiene permiten que la microbiota intestinal funcione adecuadamente. Asimismo, el té negro reduce los efectos del estrés, bajando el cortisol y aumentando la serotonina que es la hormona de la felicidad”. 

Además de su impacto en el organismo, su exquisito sabor y aroma, el cultivo del té puede llegar a jugar un rol fundamental para el desarrollo de una agricultura a favor del medio ambiente y de las personas, dado que su producción y elaboración con buenas prácticas laborales, una agricultura sin químicos ni pesticidas, va de la mano de la reducción de la pobreza, la lucha contra el hambre, el empoderamiento femenino y el manejo potencialmente regenerativo de los recursos terrestres.

En este sentido, Marion Garin, Sommelier de Té y Tea Blender certificada, puntualiza que conocer el origen del té que consumimos “es crucial para evaluar su impacto de este producto en tres esferas: en el medioambiente, en los trabajadores y en los consumidores. Así, podemos reconstruir su historia y trazarlo hasta la plantación misma, para indagar sobre el estado de las prácticas agrícolas y humanas aplicadas en su elaboración. También nos permite determinar qué tipo de pesticidas fueron utilizados, algo que no es de menor importancia si consideramos que en Chile, por razones de arraigo cultural, esta infusión es consumida por nosotros día a día, durante prácticamente toda nuestra vida”.

Más allá de lo académico, lo cierto es que cada vez surgen más opciones para tomar té, que se alejan de la tradicional taza caliente que tenemos en mente. Tal es el caso de la kombucha, una bebida hecha a base de una infusión de té o hierbas y azúcar de caña, que es fermentada por un cultivo de bacterias y levaduras. Maria Prieto, fundadora de Kombuchacha, la primera en su categoría certificada orgánica en Chile, respalda la hipótesis de que en los últimos años “los consumidores que se interesan en nuestra bebida, que es sumamente fresca e hidratante, conocen sus propiedades y buscan potenciar su salud, pero sin que ello implique tomar algo que no es rico y entretenido. En el caso de Kombuchacha, tenemos cuatro sabores, dos de ellos son te verde y te negro, y son muy versátiles, permitiendo incluso alternativas de coctelería”. Adicionalmente, las potenciales consecuencias positivas del cultivo de té en las metas que la ONU ha trazado para superación de la pobreza de aquí al 2030 “se vinculan totalmente con la visión de Kombuchacha, que es construir un mundo más afortunado”, puntualizó Prieto.