Por Dr. Bernardo Morales Catalán, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud Universidad Central
Esta semana las farmacias del país comenzaron a vender la píldora del día después sin receta médica, luego de que se facilitara su comercialización a través de un decreto.
Pese a que se valora la entrega del medicamento en farmacias y en el sistema público de manera libre, es necesario entender que se trata de una píldora de emergencia y no de un anticonceptivo regular. Es decir, apunta a evitar el embarazo adolescente o en mujeres que han sido violadas.
Sin embargo, la facilitación de acceso a la píldora del día después no resuelve el problema de fondo que es la evidente falta de aplicación práctica de políticas de educación sexual a niños y adolescentes en Chile.
Si bien en enero de 2010 se dictó la Ley 20.148 que establece las Normas sobre Información, Orientación y Prestaciones en materia de regulación de la fertilidad, generando un precedente en materia de educación sexual, aún su aplicación e implementación no ha visto la luz.
La educación integral en sexualidad para adolescentes y jóvenes es una tarea prioritaria y urgente que debiera asumirse como política pública, y que requiere una alianza estratégica entre el sector salud y sector educación. Esto último para disminuir las enfermedades de transmisión sexual y embarazo precoz, especialmente entre los jóvenes más vulnerables del país.
Recordemos que en 2008, además, Chile firmó la Declaración “Prevenir con Educación”, en el marco de la Primera Reunión de Ministros de Salud y Educación para detener el VIH en Latinoamérica y El Caribe. En esa oportunidad, los firmantes se comprometieron para el año 2015 a reducir en 75% la brecha de escuelas que no reciben educación sexual; y en un 50% el número de adolescentes y jóvenes sin cobertura de servicios de salud sexual y reproductiva. Ya llegado el año aludido solo habría que preguntarse si esas metas, al menos en Chile, se han cumplido.
Foto portada: vía El Tipógrafo