Columna de la Psicóloga Varinia Signorelli
Cuando estamos embarazadas, tenemos siempre una imagen mental de nuestro hijo/a, fantaseamos con su carita, sus risas y llantos. De la misma manera tenemos expectativas puestas sobre nuestro hijo/a en gestación: ¿A quién se parecerá?, ¿Tendrá el mal genio de la mamá?, etc. Así mismo fantaseamos y soñamos con nuestro actuar como madre: pensamos en cómo hacerlo dormir, cómo reaccionaremos ante dificultades, cómo adecuaremos el tiempo y tal vez todo parte al materializar la fantasía en la compra de la primera ropa o de la organización de la pieza especial para el bebé.
Da la impresión que durante nuestro embarazo, nos calma mucho hacer cosas para preparar la llegada de nuestro hijo/a tratamos de ajustar los detalles, pero en verdad esto obedece a la necesidad de poder poner en actos algo que aún no podemos actuar, entonces si se queda dentro-el sentimiento- genera ansiedad, es así entonces que llenamos nuestra agenda de cosas que necesitamos ajustar, cuando en verdad el bebé solo nos necesitará a nosotras.
Bueno, está claro, una cosa es lo que nosotras pensemos, anhelemos y soñemos y otra cosa muy distinta es la realidad. Cuando nace el bebé nos vemos expuestas en menor o mayor medida a un momento de estrés porque no sabemos qué sucede durante el parto, y algunas de nosotras, nos hemos limitado a confiar en el médico. Al finalizar esta experiencia solemos estar angustiadas pero vemos anestesiada la sensación displacentera por la alegría de ver a nuestro hijo/a. Este es tan sólo el primer momento de encontrarnos con la realidad.
Luego, el bebé se transforma en un bebé real: que pide y pide, pide, pide, pide: pide porque necesita. Pide leche de mamá, mimos de mamá, brazos de mamá, cercanía de mamá ¿y mamá? Mamá también necesita, necesita igual como si tuviera días de nacida pero nadie lo nota. Todos creen que mamá debe dar, dar y que para eso está; pero no podemos solas.
Todas las madres nos creemos súper poderosas, básicamente porque queremos serlo, pero qué necesitamos del entorno al regresar con el bebé en brazos:
- Necesitamos que alguien nos pregunte si nosotras necesitamos algo (todos los días)
- Necesitamos que alguien nos ayude con las actividades que no tienen que ver con el bebé: no te ofrezcas a mudar al bebé, si quieres ser útil ofrece limpiar el piso o hacer la comida.
- Necesitamos tiempo e intimidad con nuestro bebé
- Necesitamos dar leche en un ambiente con calma
- Necesitamos que alguien se haga cargo de mimar y cuidar a los hijos más grandes para que no se sientan solos.
- Necesitamos que nos recuerden que debemos seguir nuestro instinto
- Necesitamos tener al bebé en contacto piel con piel la mayor parte del tiempo
- Necesitamos dar leche a libre demanda
- Necesitamos sintonizarnos con las necesidades del bebé y dormir cuando el duerme.
No te desanimes, los bebés reales son distintos a los de las revistas, a veces uno quisiera su vida antigua de vuelta, pero te aseguro que cada vez se va haciendo todo más fácil, no te desesperes. Estás confundida porque estas conectada con tu bebé, contigo y contigo cuando tenías la edad de tu bebé (tu niña interna). Finalmente todo te demanda. Tranquila.
Haz tu propia lista de necesidades y entrégala a quién te ame sin condición y haya decidido cuidarte mientras tú cuidas del bebé.