Positiva y entusiasta, la paciente de la Unidad de Oncología de Clínica Vespucio cuenta cómo es vivir con cáncer de mama y, a través de su experiencia, generar conciencia en otras mujeres respecto a la importancia de la detección precoz de esta enfermedad.

Alegre, activa, conversadora. Así es Sandra Bórquez, 59 años, secretaria de profesión, madre de dos hijos universitarios y a quien un tumor en la mama izquierda la sorprendió pese a no tener antecedentes ni factores de riesgo. Fue en un operativo móvil de mamografías gratuitas organizado por la Municipalidad de La Florida en julio de 2019. “Me llamó la atención que me hicieron el examen dos veces y, de hecho, les pregunté por qué lo estaban repitiendo. La respuesta fue que sólo era para verificar las imágenes y que luego tendría que retirar los resultados en el Centro de Salud Familiar, pero se me olvidó por completo”.

Pasaron los meses y desde el propio municipio la contactaron: debía acudir a un especialista porque su examen estaba alterado. Su mente se nubló por un momento. No sabía a quién consultar, hasta que una amiga le recomendó al Dr. Adolfo Cruz, cirujano oncólogo de mama de Clínica Vespucio. La paciente recuerda: “Me cuestioné mucho el no haberme preocupado antes, ya que había pasado un año y medio desde mi último control con mamografía y ecografía. Pero las cosas pasan cuando tienen que suceder y, por mucho que la ruta sea desconocida, Dios te pone a las personas indicadas en el camino. En mi caso quien me recibió, el Dr. Cruz, ha sido fundamental, al igual que todo el equipo de la Unidad de Oncología”.

Diagnóstico impactante

“Sandra llegó a fines de 2019 con una alerta de mamografía alterada. Al examen clínico, apareció un tumor en la mama izquierda que, por sus características, era altamente sugerente de una lesión maligna, por lo que solicité una ecografía complementaria. Luego, una biopsia por punción realizada por radiólogo nos confirmó que se trataba de un cáncer mamario infiltrante”, explica el Dr. Cruz.

Luego del impacto inicial, ella se empoderó: “A todo el mundo la palabra cáncer le da miedo, me incluía. Pero cuando te enfermas es una realidad y cómo lo tomes es fundamental. Además, estar con un equipo y una clínica que te da confianza desde un comienzo ayuda mucho”. Con esta convicción, aceptó los pasos a seguir que le indicaron desde el comité oncológico multidisciplinario que analizó su caso.

Lo primero sería realizar una mastectomía parcial para eliminar el tumor y hacer una biopsia que incluía el estudio de los ganglios axilares. Así se comprobó que, aunque el cáncer no se había diseminado, se trataba de una lesión más extensa de lo que habían mostrado las imágenes mamarias (ecografía, resonancia y mamografía), por lo que se debió hacer una segunda cirugía para extirpar toda la glándula. “Si bien fue chocante para ella, tuvo una muy buena disposición y estaba muy interesada en tratar la enfermedad con lo que fuera médicamente adecuado, incluida la posibilidad de realizar una reconstrucción mamaria en el futuro”, afirma el Dr. Cruz.

Camino a la recuperación

Posterior a las cirugías, en junio comenzó con los cuatro primeros ciclos de quimioterapia, la que aún continúa con sesiones semanales por tres meses. “A Sandra le ha ido excelente. Ha tolerado muy bien el tratamiento sin mayores efectos adversos asociados, exceptuando la alopecia y algunas molestias gastrointestinales. Ella tiene una enfermedad en etapa temprana, así que su pronóstico de recuperación es muy bueno”, comenta la Dra. Eva García, oncóloga médica jefe de la Unidad de Oncología de Clínica Vespucio. La especialista destaca su espíritu alegre en todo este proceso: “Siempre le digo a mis pacientes que el tratamiento oncológico, que incluye cirugía, quimioterapia y radioterapia, es solo una parte de la cura, el otro porcentaje lo aportan ellos manteniendo su mente positiva. En este caso, ella ha sido una buena paciente, responsable, cuidadosa con su salud, cálida y afable con todos, por lo que ha sido un placer tratarla”.

En este tiempo, Sandra se ha reencontrado consigo misma, dándose espacio para leer, meditar, escuchar su música favorita, descansar y estar en familia junto a sus hijos. “Me siento muy agradecida de tener la posibilidad de estar con los que me quieren y me cuidan. Mi segunda casa es la clínica, aquí estoy muy acompañada y mi familia está tranquila por la atención tan profesional y dedicada que he recibido”, asegura, y concluye con una reflexión: “Ha sido un año de mucho crecimiento, en el que he aprendido a preocuparme de mí y a mirar las cosas de otra forma. Todo lo que no me cuidé antes, lo estoy haciendo ahora. La lección que rescato es que para evitar esto la clave es la prevención. Internamente le he sacado partido a la enfermedad, valorando la parte positiva. A medida que avanzo, voy dejándola atrás. No me quedo recordando lo que pasé, sino que miro hacia adelante y veo una maravilla de futuro”.