Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada 20 personas sufrirá crisis de pánico en su vida. Episodios que parecen ir en aumento y que están clasificados dentro de los trastornos de ansiedad, que fueron definidos por la OMS como unas de las “plagas del siglo XXI”. Las personas que lo sufren deben tratarse, sin embargo, también pueden prevenirse.

“El ataque de pánico es la aparición brusca de un miedo intenso. Su vivencia es tan fuerte que la persona lo asocia a la sensación de muerte o a que algo muy grave le va a pasar. La frecuencia y la intensidad con la que ocurren son variables y pueden aparecer en cualquier momento y sin un motivo especial”. Eso es una crisis de pánico, según lo define la psicóloga de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad del Pacífico, Soledad Sepúlveda.

¿Cómo saber si tengo o he tenido una crisis? De acuerdo al “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” (DSM V) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, estas crisis se caracterizan por la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañadas de cuatro o más de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos: fuertes palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de ahogo o dificultad para respirar, sensación de atragantarse, malestar torácico, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad, mareo o desmayo, sensación de que las cosas no son reales o estar ajeno a sí mismo, miedo a perder el control o volverse loco, miedo a morir, sensación de entumecimiento u hormigueo en manos, pies o cara, escalofríos o sofocaciones.

“Cualquiera puede padecer crisis de pánico. Los más susceptibles son quienes tienen antecedentes familiares o han vivido eventos importantes como separaciones o pérdidas, enfermedades, traumas o cambios significativos en la vida. Las personas ansiosas podrían estar más propensas a tener estas crisis. Si estas crisis perduran en el tiempo se pueden transformar en un Trastorno de Pánico, lo que es una condición más permanente, por eso es importante atenderse”, explica la profesional.

Las personas que sufren este problema deben tratarse con un psiquiatra, lo que implica medicamentos antidepresivos de efectos antipanicosos, fármacos ansiolíticos y terapia psicológica.

“Como esta dificultad puede ser muy limitante en la vida cotidiana, debe tener tratamiento a la brevedad posible, ya que la condición podría empeorar y, además, porque hay que descartar otros problemas de salud con los que se puede confundir”, advierte.

Pero, ¿cómo ayudar a alguien cercano que sufre ataques de pánico? “Si es la primera vez que le ocurre, sería conveniente buscar atención médica para descartar algún problema de salud física y brindar apoyo farmacológico inicial. Si ya lo ha sufrido con anterioridad, hay que ayudarlo a calmarse, decirle frases tranquilizadoras como: ‘respira, esto va a pasar, no te ocurrirá nada grave’, ‘es sólo angustia”. Hay que tratar de que busque apoyo profesional y pasar tiempo con la persona; ayudarlo a encontrar momentos para hacer las cosas que disfruta y brindarle comprensión y cariño”, sugiere Soledad Sepúlveda, quien agrega que lo importante es tener en cuenta que las crisis de pánico se pueden superar.

Prevención

Si bien quienes son más ansiosos son más proclives a presentar crisis de pánico, nadie está libre de ellas. Sin embargo, llevando una vida saludable pueden prevenirse.

Por ello, la psicóloga de la Universidad del Pacífico entrega las siguientes recomendaciones:

Cuida tu bienestar: trata de comer sano y equilibrado; haz alguna actividad física aunque no tengas ganas (caminar también sirve); procura dormir mejor y trata de distraer tu mente. No consumas alcohol o drogas, ni estimulantes como las bebidas energéticas o la cafeína.

Maneja el estrés: situaciones que nos preocupen tendremos siempre en nuestras vidas, por eso es importante buscar apoyo para manejar el estrés y aprender técnicas de relajación. Disciplinas como el yoga o pilates son de mucha ayuda.

Establece redes de apoyo: busca en tu familia o amigos alguien que te escuche, que te contenga.