Este 14 de marzo se celebra el día del Sueño. Acá te contamos cómo se relaciona con la felicidad y cómo lograrlo.

La felicidad es un concepto que parece abstracto, pero la ONU decidió que es importante conmemorarla este 20 de marzo con su Día Internacional, al igual que el Día Mundial del Sueño, que se celebra el 14 de este mes. Es que ambos son parte importante del bienestar personal, tanto físico como mental.

El Doctor Patricio Peirano, especialista en Medicina del Sueño y coordinador del Centro del Sueño de Clínica INDISA explica que “cuando dormimos, nuestro cerebro funciona de un modo diferente al de la vigilia (o estar despiertos)”.

Biológicamente, la felicidad requiere de componentes químicos que se activan naturalmente, como endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina. De esta manera, nuestro cuerpo genera diferentes respuestas, como alivio, sonrisas, ganas de abrazar y la sensación de goce.

Por su parte, un buen sueño es fundamental para que el conjunto del organismo funcione adecuadamente, ya que es el período de descanso físico, mientras el cerebro trabaja intensamente para consolidar la información incorporada en el día y restablecernos para el día siguiente.

“Cuando se duerme mal o de manera interrumpida, el cuerpo no descansa y puede tener desequilibrios hormonales. A modo de ejemplo, afectar la secreción de la hormona de crecimiento en ñiños. En adultos, el no dormir correctamente aumenta el nivel de estrés, nos cambia el estado de ánimo, reduce la concentración, modifica el apetito y se intensifican las dolencias físicas. A su vez, se desajustan los químicos naturales involucrados en el sentimiento de felicidad”, advierte el especialista.

Finalmente, cuando uno tiene un sueño reparador, crece la sensación de felicidad, ya que:

  • Mientras dormimos, el cerebro procesa la información, logrando aprender de las experiencias del día y olvidar algunos malos recuerdos, permitiendo que descansemos de manera más efectiva.
  • Se combate el estrés y la irritabilidad, ya que estamos descansados.
  • Cuando dormimos mal, se desequilibran las hormonas del apetito, pudiendo generar subidas de peso que afecten a nivel emocional y psicológico.
  • Al tener las horas de descanso necesarias, es más probable que aumente el apetito sexual.

Cuando el sueño y la vigilia ocurren en armonía, nuestro organismo opera adecuadamente. “Al respetar el sueño, mejora nuestra calidad de vida. No hay nada que perder y mucho que ganar”, concluye.