Luego de celebrar el Día de San Valentín, una psicóloga analiza si los pequeños pueden realmente enamorarse y sentir amor igual que los adultos. Además, la experta entrega recomendaciones para los padres.
El 14 de febrero los adultos celebran su amor con su pareja, pero ¿qué pasa con los niños? Al pensar en el primer enamorado que hemos tenido, seguramente la lista comienza con el o la compañera de pre-kinder o ese amigo o amiga del barrio. La pregunta es si realmente ese sentimiento fue un verdadero enamoramiento.
“Sí, es posible que los niños se enamoren desde muy pequeños. Desde preescolares, entre los 3 y 5 años, se ‘enamoran’ de sus padres, quieren pololear con el papá o la mamá, lo cual es completamente normal y parte del desarrollo psicosexual. Esto es lo que se conoce desde el psicoanálisis como complejo de Edipo, ya que cuando el niño se ‘enamora’ de su madre y compite con su padre, es cuando inicia el desarrollo de su identidad sexual. Por supuesto esto ocurre a nivel de la fantasía, pero se puede ver también en la conducta de los niños y niñas”, explica Guila Sosman, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
Cuando un niño se enamora de otra menor, es un proceso completamente normal. Ese enamoramiento no es igual al que siente un adulto, sino que es más ingenuo. “Al ingresar al colegio, desde pre-kinder, los niños comienzan a socializar con compañeras y compañeros y es posible que manifiesten que están enamorados de alguna compañerita. Este enamoramiento se caracteriza por una atracción del niño hacia una compañera, junto a la cual se siente nervioso, distinto y especial. Ahora bien, estos sentimientos se parecen a los de los adultos pero sin el componente sexual, por lo que son relaciones no erotizadas e ingenuas, lo cual es fundamental que los adultos comprendamos”, especifica la psicóloga.
Lo que deben hacer los padres
¿Qué deben hacer los padres cuando ven que sus hijos pequeños comienzan a tener estos sentimientos? “Los padres pueden saber si su hijo está enamorado porque presenta un comportamiento parecido al que puede tener un adulto: habla constantemente de una compañera, se siente inquieto cuando está con ella, quiere verla, etc. De todas formas, cada niño o niña tiene características particulares y puede presentar conductas distintas, pero lo fundamental es que los padres respeten y validen los sentimientos que muestra el chico, sin ridiculizarlos ni minimizarlos. También es importante que los padres estén atentos a la confidencialidad de estos temas, para no perder la confianza de su hijo ni transgredir sus espacios de intimidad”, indica la académica de la Universidad del Pacífico.
Según la experta, tampoco es recomendable darles consejos de conquista u hablar sobre temas adultos o sexuales con los pequeños. “Los padres no deben erotizar ni ‘adultizar’ los comportamientos infantiles, sino que tratar el tema tomando en cuenta la edad del niño. No deben perder de vista que ‘enamorarse’ les enseña a los niños a establecer vínculos afectivos con sus pares, por lo que prohibir o significar esta experiencia como negativa puede influir en cómo se relacionarán posteriormente cuando adultos”, asegura Sosman.
Sobre el tema del enamoramiento de los niños está la popular novela de Eduardo Barrios, “El niño que enloqueció de amor”. En esa historia, el pequeño se enamora perdidamente de una amiga de su madre y comienza a tener una serie de síntomas y trastornos cuando descubre que la mujer tiene un novio, lo que finalmente lo lleva a ‘enloquecer’ y morir.
“Existen muchas situaciones que podrían ser riesgosas. Un ejemplo es cuando un niño establece una relación amorosa con alguien que tiene una importante diferencia de edad, es decir, que sea mayor en más de 5 años, por ejemplo. En estos casos el riesgo es que la persona mayor podría transgredir o vulnerar la inocencia del niño que tiene menos edad”, advierte la especialista.
Existen algunas reglas generales que pueden disminuir la ocurrencia de situaciones complejas para el desarrollo de los niños. En este sentido, Guila Sosman dice que una buena comunicación entre padres e hijos, basada en la confianza y el respeto, siempre va a ayudar a que los menores busquen apoyo ante cualquier duda o problema. “Si deseamos cuidar a nuestros hijos, también es apropiado orientarlos e informarles acerca de temas relacionados con la sexualidad, junto con establecer límites claros, no impuestos de forma autoritaria ni tampoco con excesiva permisividad. El objetivo es que los padres y madres estén presentes en la vida de sus hijos, atentos a cualquier señal de problemas y ojalá manteniendo el equilibrio entre la protección y la facilitación de la autonomía e individuación”, recalca la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.