- Fundación CAP y su programa “Aprender en Familia” recomienda a los padres abordar esta temática con los hijos desde la niñez. Con la mayor naturalidad posible, superar temores y entregar la información necesaria según la edad, son claves para que ellos puedan desarrollar una sexualidad sana y responsable.
No hay duda de que la familia es clave en el desarrollo de la sexualidad de los hijos e hijas. Sólo así es posible evitar que el tema quede solo en manos de internet, del colegio o los amigos. El programa “Aprender en Familia” de Fundación CAP considera que es deber de los padres y madres acompañar y favorecer su desarrollo en este ámbito, como una dimensión fundamental de la vida. Para eso es fundamental que pierdan el miedo y la vergüenza de hablar de sexo y relaciones de pareja.
“La idea es ir desarrollando desde siempre una comunicación fluida, donde prime la confianza y el respeto. No se espera que la mamá o el papá sean expertos en relaciones afectivas y sexualidad, pero sí que acompañen, transmitan valores, conversen y estén presentes en la vida de sus niños o jóvenes”, detalla Bernardita Izquierdo, psicóloga de Fundación CAP.
Durante la pubertad se desencadenan conductas sexuales, que son esperables que aparezcan, las que deben ser acompañadas y guiadas por los padres y madres, ya que si los dejamos solos, pueden experimentar conductas para las cuales pueden aun no estar preparados. El desarrollo de la sexualidad comienza desde que se nace, e incluye componentes físicos y emocionales que son importantes de monitorear y acompañar por parte de un adulto responsable.
Estar informado contribuye a tomar mejores decisiones y evitar posibles riesgos, como un embarazo no deseado o enfermedades de transmisión sexual. Por eso es necesario que los adultos adopten un rol activo y estén en constante diálogo con sus hijos e hijas.
“La invitación es a atreverse a hablar, superando temores, ya que lo mejor es que la información recibida por los jóvenes venga de una persona adulta, cercana afectivamente y confiable. Estas conversaciones se deben dar desde muy pequeños en un contexto de cariño, acogida, respeto y apertura a las ideas o diferencias que ellos puedan expresar”, afirma la experta.
Pilares de una relación sana
Es primordial recibir una buena educación sexual para evitar conductas de riesgo en ese ámbito. Transmitir claramente la importancia de la comunicación, respeto, cuidado muto y amor como pilares de una relación de pareja sana, puede ayudar a prevenir eventuales situaciones de violencia, ya sea física o emocional.
“Los adultos no debiesen sentir temor a enseñar a los hijos a evitar conductas de riesgo en torno a la afectividad. Por el contrario, es un deber. El cómo trasmitir esta información dependerá del estilo de cada uno y de las mismas preguntas que vayan haciendo los niños y jóvenes”, agrega la psicóloga del programa “Aprender en Familia”. Algunos pueden aprovechar de hablar del tema a partir de una película, otros pueden ponerlo directamente como tema de conversación en la mesa o bien responderlo después de que se les plantee como pregunta. Lo principal es no evitar el tema, ya que es muy importante que los hijos reciban información certera de parte de su mamá o papá y que lo sientan como un tema positivo.
Consejos para los padres
- No tener temor para referirse al tema.
- Responder siempre a las preguntas de los hijos e hijas con la verdad.
- Aunque no hay una edad establecida, lo ideal es abordarlo desde pequeños de la manera más clara y confiable posible.
- No limitarse a que sea una sola conversación con lo básico, tratar de consagrar un diálogo constante para ser parte del proceso de descubrimiento de su sexualidad y ayudar a los hijos ante cualquier obstáculo.
- Enseñar los valores y límites en las relaciones de pareja, para así evitar actos de violencia física o emocional.
El programa Aprender en Familia, creado y desarrollado por Fundación CAP, ha beneficiado acerca de 36 mil estudiantes y sus familias, de un total de 90 establecimientos educacionales, abarcando desde salas cuna y jardines infantiles públicos hasta liceos, ubicados en las regiones de Atacama, Coquimbo, Metropolitana y del Biobío. Su principal desafío es potenciar el aprendizaje, desarrollo y bienestar de los párvulos y estudiantes, involucrando a los padres y/o apoderados en su proceso educativo, y potenciando la alianza Familia-Escuela/Jardín. Se trata de un programa único en Chile, que contempla el trabajo sistemático en tres áreas: vincular al establecimiento educacional con las familias, capacitar a apoderados para potenciar una parentalidad positiva y apoyar a sus hijos, y fortalecer las redes de apoyo.