Por Caro Yañez Psicóloga Organizacional, Mentora y Coach

Existen dos dichos contrapuestos, “El que persevera alcanza” y “El que resiste persiste”. Ambos antípodas el uno del otro. ¿Pero cuál es el punto de inflexión para determinar cuándo seguir perseverando y cuando rendirse? Simplemente cuando tu bienestar a nivel integral se ve trastocado. Y si lo ponemos también en forma de dicho: Tanto va el cántaro al agua, que al fin se rompe.

Y claro que sí, nos rompemos, nos hacemos añicos. A veces el desastre personal puede ser como un cuentagotas, lenta y silenciosamente. Otras en cambio es un gran “Crush, boom, bang” como cantaba Roxette en los 90´s.

Existe una delgada línea en la manera de persistir frente a algo o alguien. Por un lado puede ser permanecer en ese lugar o relación hasta quedar sin aliento, por el poderoso y nocivo “que dirán” y por otro lado el propio autoflagelo de tener que conseguir algo a como dé lugar, en forma de auto imposición a nivel casi carcelario.

Desde la salud mental, el acto de rendición encierra también una connotación positiva, como un acto de amor propio y autocompasión. ¿Lo has visto de esa forma?

Seguro conoces casos a nivel interpersonal, como personas que siguen inmersas en relaciones tóxicas o siguen trabajando con un jefe tirano, quizás incluso tú lo has vivido, donde no has podido sacar la cabeza del agua, hasta que un día llega desde tu interior un último y desgarrador grito de auxilio, para auto rescatarte y desde ahí comienza el acto de rendición o renuncia más sublime, pero también dolorosa. Porque en ese momento se genera un caos y todo se pone “patas para arriba”.

Sin embargo, ese acto tan puro, te permite deshacerte y dejar atrás, una vida de dolor, de sobre esfuerzo, de incoherencia, dando paso a una nueva etapa de expansión, renovación, consciencia y paz.

¿Entonces por qué la renuncia o rendición se convierten en una decisión de amor propio? Porque dan paso a tu ser auténtico, te entrega un espacio para vivir con base en tus propios valores, anhelos y metas. Y más aún más básicamente, porque te eliges, porque eliges la salud a la enfermedad y te otorgas el lugar que mereces, aceptando que algo ya no es sostenible, ni menos saludable.

¿Pero cómo podemos soltar? Advirtiendo que al momento de tomar esa decisión dolerá, pero dolerá aún más seguir persistiendo o sosteniendo algo o alguien que nos terminará anulando.

Existe una luz al final del túnel y en el momento justo que decides “soltar” y conversar con tus fantasmas, se produce de una manera poderosa una inmensa conexión contigo.

Cuando renuncias, se genera posteriormente una expansión que favorecerá una carga positiva de reenergización, posibilitando mirarte con nuevos ojos, con libertad, amor propio y con una dosis de creatividad, que te facilitará extender puentes, abrirte a nuevas posibilidades y finalmente reinventarte.

Estamos tan presionados por el exitismo y no somos capaces de interpretar que rendirse no es señal de fracaso, sino es un acto inmenso de valentía, que nos entrega la llave, para abrir la puerta a nuestra “nueva mejor vida”.

Estas 3 erres, pueden darle un giro positivamente sorprendente a tu vida.