Por Caro Yañez Psicóloga Organizacional. Autora del libro Crescendo Colaborativo: Personas Felices, Empresas Productivas.
Crees que ya queda poco para que te nombren jefa de área en tu trabajo. Piensas que después de tantos años siendo buena trabajadora, te ascenderán a gerente de unidad. Seguro que alguna vez, te dijiste: “Este concurso interno, demás que lo gano; llevo muchos años en esta empresa”. Y ¡PUAJ! Llega alguien más nueva o con menos experiencia, o contratan a alguien externa, que no conoce la cultura organizacional; y como justificación, te dicen: es que ella es especialista en el mercado.
Si duda, la frustración es altísima. Y si bien en algún momento la antigüedad laboral, nos blindaba y brindaba cierta seguridad, frente a la extensión de nuestro contrato o era una garantía de movilidad interna, eso definitivamente quedó en el pasado. Hoy las empresas han cambiado su modus operandi. Más que la técnica o el conocimiento (albergado por años) lo que prima son aquellas fortalezas ligadas al tipo de relacionamiento, autoliderazgo, capacidad de toma de decisión y adaptación a los cambios y situaciones complejas, es decir, muy relacionado a un componente actitudinal y de “servicio” al punto de poder describirse como una vocación.
La lealtad, los años de servicio y el compromiso, ya no son características propias de un trabajador destacado, sino un -desde- y con una connotación poderosa y sutil, que para las nuevas generaciones pudieran ser inquietantemente frágiles y cortoplacistas. No nos podemos quedar dormidas en los laureles, tenemos que aprender, observar, ser curiosas, no quedarnos con dudas, preguntar mucho (preguntar, preguntar, preguntar) incluso más allá de lo técnico, que es muy relevante, aprender mucho de nuestros límites y de nuestra capacidad de adaptación. ¿Cómo influyen los cambios en nosotras? Nos volvemos ¿tensas, mal humoradas, negadas, tercas, miedosas, tristes? ¿o nos dejamos llevar con FLOW con entusiasmo, satisfacción, alegría, orgullo, logro? ¿Hasta donde podemos estirar nuestras huinchas, al punto de no enfermarnos?
Entonces hoy a ojos de las gerencias, el valor está detrás del aprendizaje continuo y el autoconocimiento, más que del haber permanecido mucho tiempo en un status quo.
El llamado urgente es, si deseas prosperar en tu desempeño y optar a puestos de mayor rango a mantenerte “relevante”, arriba de la pelota, permeable a los cambios; debes hacer lobby, que es una característica en la que el género masculino nos lleva la delantera.
¿Haces lobby? Si no lo haces debes ponerte manos a la obra, esa es una de las grandes barreras de nuestro “techo de cristal” que no nos permite la movilidad dentro de las empresas para ejercer puestos de liderazgo.
Un dato de nuestra realidad chilena, nos indica que sólo el 17 % de los directorios, está compuesto por mujeres. (Encuesta Mujeres de Alta Dirección – Comunidad Mujer 2023). Entonces, volvemos al tema de la antigüedad, que más que aportar a nuestra carrera de promociones laborales, se transforma en un antecedente para que continuemos ejerciendo labores de menor influencia o en funciones operativas.
Ya sabemos que la antigüedad en esta situación particular, no constituye grado ni para hombres ni para mujeres. Pues bien ¿Cómo podemos dar una vuelta de tuerca a nuestra visibilidad para optar a mejores opciones y obtener ascensos?
- Hacer Lobby: Reunirnos con personas influyentes, formar alianzas con clientes/proveedores internos, crear una comunidad de apoyo.
- Potenciar tu marca personal: Desarrollar un estilo comunicacional, definir formatos comunicacionales en tiempo y forma con evidencia. Participar con argumentos sólidos en reuniones interdisciplinarias e interáreas. Desarrollar un sello personal.
- Asumir nuevos desafíos con resultados medibles.
Finalmente, si tienes como plan seguir desarrollándote profesionalmente, considera que los años de antigüedad, no te suman para ser considerados como mérito, sino que debes comenzar a construir desde ya, acciones concretas, que te hagan destacar y aportar con alto impacto.








