Ya con las clases a toda máquina, vuelve el temido bullying. Sin embargo, muchos padres se sorprenden al enterarse que es su hijo quien hostiga constantemente a sus compañeros de colegio. Una psicóloga explica por qué se da este fenómeno y cómo tratar esa agresividad.
El ‘matón’ del curso pasó a llamarse acosador escolar. Es el niño que hostiga a otro o a un grupo de compañeros de forma constante. Habitualmente se burla de la apariencia física, de alguna característica en concreto o simplemente molesta a otro por cualquier motivo que surge en el momento.
“El fenómeno del bullying representa una forma de violencia escolar, y aunque en los últimos años se utiliza masivamente este término, hay que delimitar su definición. Según la experta María Isabel Toledo, el bullying se puede entender como el hostigamiento repetitivo y sistemático de un individuo o grupo a otro sujeto o grupo, en el establecimiento de una relación asimétrica de poder, en la cual el más débil no puede responder a las agresiones del más fuerte”, indica la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Guila Sosman.
La diferencia entre quién recibe el acoso y quién lo da está determinado por varios factores, de los cuales uno es el ejemplo familiar. “La violencia escolar es un fenómeno complicado y para comprenderlo hay que fijarse en distintos niveles: individual, familiar, escolar y social. Cada uno de estos niveles de análisis está relacionado entre sí, por lo que lo que ocurre en la escuela la mayoría de las veces es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad y especialmente en la familia”, explica la psicóloga clínica.
Muchas familias justifican episodios de violencia aludiendo a la agresividad y/o crueldad propia de un niño, pero están equivocados. “Los niños y niñas tienen menor censura y filtros, especialmente los más pequeños, por lo que dicen realmente lo que piensan y sienten y esto a veces puede expresarse en palabras hirientes. Cuando los niños son pequeños, preescolares, es natural y parte del desarrollo que tengan algunas conductas agresivas, porque poseen escaso lenguaje aún y es su forma de expresarse, pero posteriormente al entrar al colegio estas conductas deberían tender a desaparecer”, indica Sosman.
Cuando los profesores llaman a los padres de los niños que hacen bullying, hay ocasiones en que estos se muestran sorprendidos porque no se imaginaban que su hijo fuera capaz de molestar otros de esa manera. Sin embargo, hay síntomas o comportamientos a los que los padres deben estar atentos.
“Se pueden detectar comportamientos agresivos observando el modo en que el niño resuelve sus problemas, cómo reacciona ante las frustraciones que pueda tener, así como también viendo sus reacciones ante las reglas y normas que existen tanto en la casa como en el colegio. De esta forma, si los padres observan comportamientos impulsivos, que transgreden los límites de los demás o que violentan de forma verbal o física a otros, podemos estar ante un niño con conductas agresivas”, describe la experta en bullying, violencia intrafamiliar y maltrato infantil.
Qué deben hacer los padres del ‘acosador escolar’
Según la psicóloga Guila Sosman, una de las principales razones por las cuales un niño hace bullying en el colegio es el ambiente familiar. “El perfil de las familias de estos ‘acosadores’ es que pueden ser excesivamente autoritarias o, por el contrario, familias permisivas bordeando en la negligencia o el abandono emocional, siendo ambas formas perjudiciales para el adecuado desarrollo psico-emocional y moral del niño”, señala la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
“Lo que se ha estudiado es que estos ‘acosadores’ serían niños o niñas que provienen de familias en las cuales se expresa la agresividad de alguna forma, sea física o psicológica, por lo que el niño aprendería a relacionarse con sus pares de la misma manera, bajo una lógica de relaciones de poder. Además, son niños que toleran pco la frustración, son escasamente empáticos, impulsivos, no respetan la autoridad y fácilmente se sienten amenazados, ante lo cual actuarían de manera violenta para defenderse de reales o imaginadas agresiones de los demás. En este sentido, los niños que hacen bullying funcionan pensando que es mejor dominar a los demás para tenerlos a su lado y temen ser sometidos o avergonzados, siendo esto último situaciones que posiblemente han vivido al interior de sus familias”, explica la perito judicial.
Mientras los padres de la víctima de bullying suelen recurrir a una terapia psicológica para el niño y solicitan ayuda al colegio, ¿qué deben hacer los progenitores del que perpetua el acoso escolar?
“Para manejar la agresividad en los niños, los padres deben comprender que son su ejemplo, por lo tanto, si reaccionan violentamente ante su agresividad con gritos o castigos físicos, esto le comunica al niño que la forma de resolver los conflictos es la violencia y no leestán entregando otras herramientas. Mientras que si mantienen la calma y pueden regularse a sí mismos, le comunican estrategias de autorregulación, es decir, que lo ayudan a controlarse para responder de forma menos impulsiva y así se disminuye la presencia de conductas agresivas”, sugiere Guila Sosman.
Cuando el niño pide algún consejo es importante que los padres lo guíen por el camino de la tranquilidad y no la violencia. “Es relevante que desde pequeños los padres le muestren valores como la tolerancia, respeto y solidaridad, así como la existencia de salidas alternativas a la violencia ante un conflicto o frustración. Es decir, si un compañero los molesta y los padres le dicen que le pegue, no esperen después que cuando crezca no considere los golpes como una vía valida de resolución”, ejemplifica la experta.
Una de las características de los acosadores escolares es que tienden a no tomar en cuenta las normas y las reglas que les imponen sus mayores, ya sea en la casa o en el colegio. “El disciplinar a los niños de forma constante, con límites claros y respondiendo con consecuencias lógicas a sus acciones, va a prevenir manifestaciones agresivas”, destaca Sosman.
“Se ha observado que los niños que hacen bullying pueden después tener conductas delictivas o consumo de drogas, por lo tanto una intervención temprana puede prevenir conductas graves a futuro. La intervención puede consistir en pedir apoyo de profesionales, asistir a psicoterapia familiar o individual, además de intervenciones del colegio con apoderados, docentes y estudiantes a nivel del curso del niño acosador”, concluye Guila Sosman.
Foto vía: www.salud180.com