El insomnio es un trastorno del sueño que todos hemos sufrido alguna vez en la vida. Esta etapa en la que no se logra dormir es, en la mayoría de los casos, un síntoma a un problema mayor que si se descubre a tiempo se puede solucionar de manera rápida.
A pesar, que se cree que el insomnio sólo se presenta en los adultos, cada día es más frecuente que niños e incluso bebés padezcan este trastorno del sueño. En estos casos suele ser más difícil dar con el diagnóstico correcto puesto que los infantes tienen más dificultad para expresar sus sentimientos y frustraciones.
Por esta razón los niños desde que nacen deben ser educados en sus hábitos de sueño, comida, descanso. Muchas veces los padres sin saber en vez de encausar el descanso, los estimulan.
Según Ximena Cabrera Zapata, jefa de Educación de la Escuela Desarrollo Social de AIEP “las causas del insomnio o falta de sueño en los niños pueden ser variadas, pero lo más habitual es que se originen por mala higiene del sueño, es decir, que los hábitos sean incorrectos y poco saludables.
Segundo, suele pasar que antes de dormir no se maneja de buena manera el ambiente que rodea al menor. Al mismo tiempo, la falta de sueño puede ser provocado por terrores nocturnos o sonambulismo”.
Para que el niño retome los hábitos correctos de sueño es recomendable que los padres eviten consentir al menor cuando se despierta, se debe evitar conversar con ellos, darle alimentos o pasearlos,
La experta de AIEP señala que para reeducar al niño se debe “crear una rutina agradable en la cual compartan padres e hijo por unos 10 minutos de manera relajada en un lugar distinto a la cama. Se puede leer, jugar con peluches o títeres, escuchar música o cantar lo importante es que el niño esté enterado que luego de ese tiempo él deberá dormir. Terminada la rutina se debe dejar en su cama o cuna y despedirse del menor con naturalidad. Si el ejercicio fue bien realizado el niño sólo debería levantar un par de veces durante la noche para ir al baño”.
También es muy importante crear un ambiente grato para dormir debe haber luz baja, sin ruido y con una cama limpia sin juguetes que puedan distraer al menor. Lo ideal es que la casa en general tenga la atmósfera tranquila.
En el caso de los niños más grandes deben dormir entre 9 a 10 horas, para que se despierten sin problema.
Sin embargo, hay otros niños que lloran y que se levantan muchas veces hasta cansar a sus padres, en estos casos el especialista recomienda “crear una rutina más estricta que considera tardes sin siesta o por lo menos más temprano pero que no sobrepasen las tres horas, cenar liviano, nada de televisión y darles baños de relajación o masajes al menor”.
Si los trastornos persisten se recomienda someter al menor a exámenes neurológicos para encontrar la causa exacta de su falta de sueño, pues si este situación no se corrige es posible que el niño presente problemas de atención, trastornos alimenticios e incluso depresión.