Académico Universidad Católica Silva Henríquez y creador del blog Patrimonio y Arte
Las dos intensas jornadas de tomas y movilizaciones, filtración y suspensión de la prueba de Historia incluida, marcaron un hito en los anales de la rendición de la Prueba de Selección Universitaria (PSU).
Lo sucedido nos lleva a reflexionar sobre las condiciones básicas de toda sociedad para una convivencia pacífica. Primero, la aceptación de los valores y principios de los heterogéneos grupos que la componen, no imponiendo las propias creencias mediante la violencia directa o simbólica. Segundo, asegurar un marco de libertades cívicas para todos con garantía de derechos, sin provocar daño al otro; y tercero, permitir que las personas puedan realizar sus proyectos de acuerdo a su capacidad y esfuerzo. Tres condiciones que estos días de frustrada PSU no se dieron.
Porque si bien el conflicto es una oportunidad para aprender y connatural al desarrollo humano, su resolución requiere criterio, sensatez, reflexión y una mirada de mediano y largo plazo. Atributos, por cierto, que carecen muchos de los actores mediáticos e instituciones que tienen la responsabilidad de proponer soluciones y avances.
A falta de mayor proceso reflexivo, para la mayoría de la población el conflicto de estos días quedará anclado como un espectáculo de la violencia. Tal como lo indican las palabras de Eduardo Galeano “La violencia engendra violencia, pero también genera ganancias para la industria de la violencia, se vende como espectáculo y se convierte en objeto de consumo”.
Lo paradójico es que la situación vivida requiere de ese análisis crítico, postergado por años en nuestro país dentro del modelo de mercado de la educación superior o de la industria de la educación superior, como a muchos les gusta llamarla. La Universidad, que debiera ser la conciencia de la sociedad, se enfrenta a importantes contradicciones respecto de su rol en el desarrollo del país. Y así estamos viendo que varias de estas instituciones están evitando el debate al interior de sus espacios o postergándolos para marzo, bajo la figura de claustros endogámicos.
Así, hoy estamos en una guerrilla de amenazas, cuestionamientos mutuos y de tratamiento de corto plazo a nuestras enfermedades, que el estallido social hizo surgir como un grito urgente. Y claro, la situación de la PSU puede ser una justificación para que algunos, especialmente de sectores conservadores, quieran mantener el estatus quo, bajo el relato de la seguridad. Todos los sectores políticos, de derecha, centro e izquierda, deben recordar que la historia tomó su propio ritmo, claramente distinto al suyo, y que éste ya no se puede detener o ralentizar a discreción.