Comer por simple placer en lugar de hacerlo por hambre se conoce como “apetito hedónico”; buscamos el disfrute que nos produce paladear un determinado sabor en lugar de tratar de cubrir las necesidades energéticas del organismo. Experta argentina en nutrición explica que las dietas restrictivas que prohíben los alimentos preferidos, incrementan el deseo, el picoteo y el descontrol, generando finalmente un mayor aumento de peso. Por eso, dice, es necesario consumir todos los días una porción pequeña de lo que más nos gusta, “como si fuera un antibiótico”.

¿Cómo resistirse a un helado bañado en chocolate? ¿Cómo no sucumbir a la tentación de una pizza rellena de mozzarella fundida? Cada vez que podemos buscamos placer y eso es lo que la doctora Mónica Katz, Directora de la Carrera de Médico Especialista en Nutrición con orientación en Obesidad, de la Universidad Favaloro y autora del libro “Somos lo que Comemos”, denomina como “la trampa del hedonismo”.

El hedonismo es una corriente filosófica que persigue por todos los medios la supresión del dolor y las penas buscando la felicidad y el placer como motivo de vida.

“Hoy esta corriente filosófica mueve al mundo, pero va más allá de nuestro deseo de sexo, drogas, rock´n roll y chocolate. La neurociencia está replanteando completamente el rol del placer en el cerebro y parecen llegar a la conclusión de que el placer interviene en cada decisión que tomamos y hasta podría ser la base de nuestra conciencia”, plantea la especialista en su libro.

En cuanto a la comida, es necesario aclarar que los alimentos regulan la liberación de dopamina, hormona y neurotransmisor cuya principal función es proporcionar energía mental, mejorar la atención, y controlar los impulsos. “Al ver un chocolate se libera dopamina y esta predice el placer que se avecina. Por eso, guía a las personas a dejar lo que están haciendo para comer toda la tableta, aunque el objetivo sea perder unos kilos de peso. Es esta la razón por la cual las dietas que prohíben lo preferido, incrementan el deseo, el picoteo o el descontrol precisamente por lo preferido”, comenta la especialista.

A su juicio, el ver constantemente comidas sabrosas en televisión, revistas, supermercados y en la vía pública, es una situación demasiado compleja como para poder controlarla siempre. Por eso plantea que la única estrategia que funciona es crear un ambiente seguro, donde los estímulos no tienten, “porque una vez que veo, la espiral del deseo comenzó”. En ese sentido, la experta aconseja que si se está tratando de bajar de peso y no se logra debido a la ingesta constante y descontrolada de alimentos “prohibidos”, es necesario consumir todos los días una porción pequeña de lo que más nos gusta, “como si fuera un antibiótico”.

“Verán que luego de unos siete a 10 días, retomarán el control sobre la comida y ya no se descontrolarán. Comer aquello que preferimos, repetidamente, disminuye la búsqueda o trabajo que estamos dispuestos a realizar para obtener ese objeto”, finaliza la especialista.

La doctora Mónica Katz expondrá sobre ésta y otras temáticas en la Serie Científica Latinoamericana que tendrá lugar en Buenos Aires el próximo 11 y 12 de septiembre, dónde expertos internacionales se referirán a diferentes aristas del tema Vida Activa y Saludable.