” No es fácil de asimilar, pero la negación no es el camino. La respuesta está en explorar nuestros conceptos y principios ante nuevas circunstancias. Es una oportunidad de reconstrucción, de reconocernos”, señala la sicóloga de Clínica IVI Santiago, Daniela Vargas.
Nos enfrentamos, hasta ahora, a la más grave crisis sanitaria del siglo XXI. Países de diferentes partes del globo han cerrado sus fronteras de forma inédita, transformando la vida de millones de personas en todo el mundo. Con la instrucción clara de “quedarse en casa” hasta esperar que la curva de contagios sea lo suficientemente baja como para garantizar la atención a todos.
En ese contexto, la postergación de proyectos personales parece inevitable, y con ello, la angustia e incertidumbre que provoca esta pandemia y las consecuencias colaterales que tendrá en la vida de cada uno de nosotros.
Así, por ejemplo, quienes buscan un embarazo es probable que decidan posponerlo hasta que exista más claridad de cómo se resolverá esta gran crisis. En especial, quienes deben recurrir a la medicina reproductiva para lograrlo. Sabemos que en muchos casos el reloj biológico apremia y que nuevamente esta situación se presenta como algo que escapa de nuestro control.
Por ello, los invito a pensar que algo debe rearmarse, reinventarse, reordenarse. Todas las articulaciones, los miedos, preocupaciones y las angustias florecen y ponen en jaque al sujeto y su realidad. Esa que venía viviéndose con tanta cotidianeidad, familiaridad, se trastoca, se produce una ruptura. Algo entonces, desafía la realidad: un virus desconocido y sin rostro despierta la sospecha en el prójimo. Se solicita así el distanciamiento social, la cuarentena, la reclusión, el encierro, en prevención de un contagio masivo, de cuidar a los más vulnerables, pero estos lo somos todos.
No es fácil de asimilar, pero la negación no es el camino. La respuesta está en explorar nuestros conceptos y principios ante nuevas circunstancias. Es una oportunidad de reconstrucción, de reconocernos. Siempre teniendo presente, como un consejo a la pareja, ya que la manera en que vamos a enfrentar estos tiempos será distinta para cada uno de nosotros; al igual que nuestros recursos y necesidades. Respetar la diferencia en el ritmo, en los tiempos de cada uno, en cómo podemos y logramos dar expresión a nuestras emociones, pudiera ser totalmente distinta.
La ansiedad por ser padres, para algunas parejas, provoca un alto nivel de estrés, a veces tanto que por solo buscar ese objetivo se descuidan otros aspectos de la vida en común. La invitación de este periodo tan especial es a reencontrar esos momentos de disfrute en pareja, dejando de momento en stand by ese anhelo, con el convencimiento de que más temprano que tarde la emergencia pasará. Que esta situación es un paréntesis a lo planificado y que, en un tiempo acotado y definido, podremos retomar nuestros sueños, anhelos y proyectos, incluida la maternidad.
Por Daniela Vargas
Sicóloga Clínica IVI Santiago