Comer

  • Una de las situaciones que nos genera más desesperación, en la relación con nuestros pequeños, es cuando no quieren comer, tanto así que muchas mamás se sienten responsables de la situación tanto como para decir: “no ME come” . Como si nosotras nos pusiéramos en juego en este gesto y como si para ellos dejáramos de tener relevancia con el rechazo a la comida.

 

 

 

Y claro, el primer lazo que disfrutamos con ellos es el de la alimentación, mediante ésta generamos el primer vínculo de amor y de soporte emocional hacia ellos (la lactancia). Sin embargo, es importante que la situación la intentemos mirar con tranquilidad para evitar dificultades que podrían generarse por la tensión y la angustia que provoca. La primera vez que nuestro hijo no quiere comer o rechaza un alimento, lo tomamos como una situación difícil pero nos bancamos sus vicisitudes, el problema se desencadena cuando se hace recurrente. Te das cuenta que no le gusta el choclo, no le gusta el arroz, no come verduras ni frutas, etc. Mientras todo el entorno te susurra que todo esto (que no come) es lo esencial para su desarrollo, crecimiento y salud. Obviamente nos sentimos culpables, malas madres, poco capaces, etc. y estamos a punto de colapsar. Tranquilas, es lo más importante es este proceso de motivar a los niños a alimentarse.
Primero, debemos diferenciar si nuestro hijo no come porque está enfermo o por algún mal hábito. Cuando los niños están enfermos se notan decaídos, no quieren jugar, se ven molestos y suelen llorar sin estímulo aparente. Si nuestro hijo no está en esas condiciones, nos quedamos tranquilas y podemos gritarle al mundo que no come “de todo” porque está recién generando el hábito alimenticio, que parte a los 6 meses y que nos tomaremos con calma y tiempo la tarea de la consolidación de éste, para no generar ansiedad en ellos que posteriormente podría acarrearles algún trastorno alimenticio. Pues claro, si la respuesta a la negativa de nuestro hijo a comer es violencia (física o emocional) éste podría llevarse a la adultez este sentimiento y asociar la comida a situaciones incomodas o ansiosas deviniendo patologías como obesidad, anorexia, entre otras.
Entonces es importante que estemos tranquilas frente a la inapetencia de nuestros hijos y los acompañemos con cariño, comprensión y paciencia (la “ciencia de la paz” dicen por ahí).
Debemos establecer una rutina, con horarios y lugares que sean comunes a la hora de la comida. Si bien hay sabores que pueden no gustarle, probaremos con alternativas a éstos. Seremos creativas, tenemos el don desde mucho antes así es que debemos ponerlo en práctica: canciones, platos de formas interesantes, haremos formas con los alimentos (arvejas de ojos, zanahorias como nariz, etc.). Todo para que la experiencia de la comida sea atractiva.
Desde mi experiencia es fundamental comer con ellos, tendemos a solamente darles la comida y nuestros pequeños no nos ven comer felices. Entonces si es posible, vamos a sentarnos con ellos, llenaremos nuestro plato ojalá una comida similar y disfrutaremos del momento.
Lo fundamental es mantener la calma, si te sientes angustiada o tienes ganas de llorar cuando vas a darle de comer, es mejor que cedas el paso al papá o a algún familiar significativo que esté más tranquilo y pueda apoyarte. Ya que uno actúa distinto, claramente, cuando se encuentra afectada emocionalmente y esto lleva a dinámicas que podrían rigidizarse entre madre e hijo.
Es importante saber que, a veces, la inapetencia también se da por la falta de alguna vitamina o mineral: hierro o zinc. Por eso, en ocasiones, los pediatras recetan tónicos que contienen estos elementos.
Recapitulemos entonces:
 Mantener la calma, tratar a los niños con cariño.
 Establecer rutinas.
 Presentar los alimentos de manera entretenida.
 No obligar a comer, evitar dar golosina entre comidas.
 Consultar en caso de persistencia del síntoma
*Jamás agredir a nuestros hijos física ni psicológicamente (esto acarrearía más problemas que un período de inapetencia).
La sugerencia es siempre consultar al pediatra. Si ves que no hay dificultades de salud, que has seguido nuestros pasos y aún así continúan las dificultades, te sugiero consultar a un psicólogo para que pueda dar una atención personalizada a la situación, ya que todos los niños son diferentes, es difícil dar una receta universal que funcione sin conocer al niño y a su madre. Sin embargo, espero que estos tips te puedan en algo ayudar.
Psicóloga Varinia Signorelli

 

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