En el marco de los festejos por el aniversario del compositor alemán, la Orquesta Clásica Usach había programado dos conciertos dedicados a una parte poco conocida de su repertorio. Esta es una selección para conocer parte de su historia y disfrutar durante el periodo de cuarentena.

Es una de las caras menos conocidas de una obra que conjuga calidad y popularidad. Entre las 138 piezas que Ludwig van Beethoven (1770-1827) compuso y publicó durante su vida, hay once oberturas que no gozan de la fama absoluta de sinfonías, conciertos y sonatas, pero muestran una faceta igualmente atractiva de su creador.

Para sumarse a las celebraciones que se desarrollarían a nivel mundial por los 250 años del nacimiento de Beethoven, la Orquesta Clásica Usach había programado dos conciertos especiales dedicados a este repertorio, dos programas consecutivos que incluían las once oberturas del genio alemán. La crisis provocada por el coronavirus obligó a la postergarlos, pero acá presentamos una lista con las once oberturas, interpretadas por diferentes orquestas y batutas.

“Como cualquier obra de Beethoven, son de una gran expresión, pero de una gramática muy directa”, introduce Nicolas Rauss, director titular de la Orquesta Usach. “Es música con un lenguaje emotivo pero directo, sin sentimentalidad, a veces de cierta brusquedad y con mucha energía”.

Aunque algunas de las oberturas se presentan habitualmente en las temporadas de conciertos, otras son mucho menos conocidas. Según Rauss, “es verdad que quizás algunas tienen menos valor, pero dentro de las que no se hacen, hay oberturas que son muy bellas y valiosas. La segunda Leonora no es menos buena que la tercera, por ejemplo, pero esta última quizás se toca porque tiene una forma más sinfónica”.

El caso de estas últimas piezas es singular y está relacionado con Fidelio, la única ópera del músico nacido en Bonn. Antes de escribir en 1814 la obertura que hoy es habitualmente interpretada, Beethoven compuso tres piezas distintas que nunca lo dejaron conforme, por lo que fueron corregidas en sucesivas representaciones. Las tres son conocidas como Leonora, que era el título original de la ópera.

“La primera obertura Leonora es muy bella, muy parecida al estilo de la Sinfonía Nº 4, y fue descartada porque Beethoven la encontró demasiado simple después de hacer un ensayo privado con amigos; pero lo que es demasiado simple para Beethoven, en realidad es una obertura bella y muy accesible”, dice Nicolas Rauss.

En el caso de las otras, son piezas que Beethoven escribió con fines diversos. La más antigua, Las criaturas de Prometeo (1800-1801), fue pensada para un ballet, mientras que la Obertura Coriolano (1807) debía ser la introducción para la tragedia homónima del poeta alemán Heinrich Joseph von Collin.

También tiene un vínculo con la dramaturgia una de las más tradicionales, Egmont (1809-1810), porque fue concebida para la obra de Goethe, así como Las ruinas de Atenas (1811) y El Rey Esteban (1811) fueron escritas para piezas del dramaturgo alemán August von Kotzebue.

Una de las más desconocidas, la obertura Namensfeier (Para el aniversario), debía ser estrenada en 1814 en honor del emperador Francisco II, pero fue acabada después: se estrenó para la Navidad del año siguiente, dedicada al príncipe polaco Antoni Radziwill.

Finalmente, La consagración de la casa (1822) fue creada para la inauguración del Teatro Josefstadt en Viena. Una curiosidad: dos años más tarde fue interpretada antes del estreno de la Sinfonía Nº 9.