El nombre del ídolo del momento, el del abuelo o el de una red social. Sea más tradicional o extravagante, la decisión de nuestros padres al elegir un nombre para nosotros influirá en cómo enfrentamos el mundo, ya que cada nombre lleva consigo una carga emocional.

Cuando las parejas confirman que van a ser padres, una de las primeras tareas a las que se enfrentan es elegir el nombre para la guagua que viene en camino. Así, las dinámicas se repiten: revisar el calendario una y otra vez, buscar en los recuerdos uno que suene bien o que sea especial, quizás alguno que esté de moda o el del gran ídolo. Y es que elegir un nombre no es una tarea fácil. Los padres comienzan a sumarlos o descartarlos del listado, en un juego de poner y sacar que muchas veces se hace interminable, hasta que finalmente escogen esa palabra que acompañará el resto de su vida al hijo recién nacido.

“Cuando una pareja o mujer se entera de que va a tener un hijo, se despiertan una serie de expectativas, fantasías y deseos que son depositados en ese bebé. Por ello, cualquier nombre en sí mismo va a tener un valor simbólico, una determinada carga emocional y afectiva que seguirá a ese pequeño por siempre”, indica Carmen Gutiérrez, Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico..

Si bien el Registro Civil informó que el año pasado los nombres Sofía y Agustín fueron los más inscritos, lo cierto es que los padres toman diferentes intereses para elegir el nombre de su descendencia. Una de las opciones más comunes del último tiempo es escoger el de un personaje famoso. De hecho, Alexis (en honor al futbolista chileno Alexis Sánchez) y Sherezade (nombre de un personaje protagónico de la exitosa teleserie turca “El Sultán”), estuvieron en la lista de los más populares en Chile durante el primer semestre de 2015.

A nivel mundial, el factor “fama” es una tendencia que se mantiene. De hecho, según un estudio del Baby Center de los Estados Unidos, la popularidad de la aplicación Instagram puso de moda registrar a los bebés con los nombres de los filtros que permiten editar una fotografía en esta red social. Así, Lux, Ludwig, Amaro y Reyes fueron nombres que sonaron masivamente para hombres, mientras que para mujeres fueron populares Juno, Valencia y Willow.

“Todos los nombres, independientemente de si son más o menos extravagantes, encierran una expectativa, un sueño, una presión familiar. Existe una carga emocional en cada nombre. No sólo pesan los nombres curiosos o extravagantes, sino también otros, como por ejemplo llamarse igual al padre o al familiar que fue una persona muy conocida y connotada. La carga no está dada por el nombre en sí, sino por cómo una persona se hace cargo de revisar ese peso y quedarse con lo que realmente le corresponde y desea”, señala la psicóloga Gutiérrez.

Los romanos solían decir “Nomen est omen”, que se traduce como “Tu nombre es tu destino”. ¿Puede el nombre afectar el futuro y la personalidad del individuo?

“Cualquier nombre lleva consigo una carga emocional. Puede ser algo negativo, por ejemplo, tener el mismo nombre que un hermano recientemente fallecido o, al revés, positivo al tener el mismo nombre que el ídolo de la madre. La carga tiene que ver con los padres, con la familia. Parte del proceso de maduración de cada ser humano es liberarse de estos pesos y poder diferenciarse de ese grupo familiar que te estaba pensando antes de tú existir. Cada persona que nace tiene la oportunidad de liberarse de esa carga, de llegar a ser quién realmente es”, asegura la docente de la Escuela de Psicología de la U. del Pacífico.

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