- Durante las cuatro semanas que dura, el evento deportivo más importante del orbe revoluciona los hogares y muchas veces divide a la familia entre los interesados en lo que ocurre en la cancha y los que quisieran que el partido termine para poder continuar con su rutina. El psicólogo de Clínica Santa María, Raúl Carvajal, explica cómo llegar a acuerdos que permitan una convivencia fluida y cuándo establecer límites al fanatismo para que no se torne dañino.
Cada cuatro años millones de personas de vuelcan por completo a lo acontecido en el Mundial de Fútbol. A partir del 13 de junio los fanáticos se apropiarán del televisor para seguir minuto a minuto lo que ocurre en el evento deportivo más importante del globo. Además este año, la cercanía del país sede, Brasil, es propicia para que miles de chilenos estén dispuestos a viajar y conseguir entradas como sea para ver algunos de los partidos de “La Roja”. Pero ¿hasta qué punto es normal la afición al fútbol? y sobre todo, ¿cómo balance la vida de pareja y familiar con la pasión del Mundial?.
El psicólogo de Clínica Santa maría, Raúl Carvajal, explica que el apoyo a los equipos de fútbol es bastante normal, ya que de algún modo “entrega identidad a las personas, como un sentido de pertenencia o una distracción donde puede volcar sus energías contenidas, surge como una manera de romper con la rutina y lo cotidiano”. Sin embargo, los problemas aparecen cuando esta actividad comienza a ser lo más importante y esa búsqueda de identidad se sale de control.
En ese sentido, el especialista explica tener pasatiempos y hobbies es sano, y en la medida en que existen límites y acuerdos claros a nivel familiar, debería ser compatible y no generar conflicto.
“Algunos dividen el al mundo entre los que son como yo (futboleros) y los otro (los malos) y llegan incluso a dejar de lado los vínculos cercanos, familiares y laborales, por asistir o ver un partido de fútbol. En síntesis la dificultad siempre estará relacionada con la desproporción con que se viva esta actividad”, señala.
Uno de los principales afectados por la afición por el fútbol es la pareja del fanático, quien muchas veces entra en conflicto, intentando “hacer entender” al hincha que se trata de “solo un juego” o interrumpiendo el partido con preguntas o comentarios invasivos.
Al respecto, el psicólogo es claro en señalar que se debe aplicar la empatía, puesto que es muy importante para la persona que es fanática que se les permita ver el partido con tranquilidad. “Aunque él no-fanático no lo entienda, es una actividad trascendental, de la cual se hablará en la familia, en el trabajo y con los amigos, sumado a la adrenalina que aporta, lo que lo convierte en una actividad intensa de alta emoción”
En el caso de quienes viajan a ver a la selección a Brasil, Raúl Carvajal indica que se trata una aventura muy interesante, pero que no puede ser una decisión unilateral que traerá conflictos al retorno, por lo que la idea es poder viajar desde la tranquilidad que esto es un acuerdo con el entorno. Asimismo, el acuerdo debiera llevar una serie de responsabilidades con la seguridad tanto del viajero como de la familia, evitando correr riesgos innecesarios y generando una sensación de tranquilidad en los que se quedan en casa. “Una persona que no duermen en días o no come por ir a ver el fútbol está entrando en conductas inmaduras e impulsivas”.
Asimismo, es importante comprender que es normal que el hincha experimente sentimientos de frustración frente a una derrota del equipo, ya que es esperable, siempre y cuando esté relacionada al espacio y contexto de un partido.