Por Natalia Ceballos Pardo. Educadora de Párvulos. Coach y Trainer de la Escuela PNL Aplicada de Chile www.escuelapnl.cl

“En caso de despresurización de la cabina, se abrirán automáticamente las máscaras de oxígeno. Tire de la suya, colóquela sobre su nariz y boca y respire con normalidad. Si lleva un niño con usted, póngase primero la máscara”. Esto lo solemos escuchar cuando tomamos un avión. Y es igualmente válido para nosotras, las mamás en la crianza, ya que si no tenemos aire para respirar ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos/as a vivir bien?

Los últimos dos años, desde el inicio de la pandemia, las mujeres, mamás, abuelas o cuidadoras hemos demostrado que somos polifuncionales, mujeres capaces de abarcar una infinidad de tareas (multitareas), las que junto a nuestras labores profesionales desarrollamos las domésticas, de crianza (vale el doble si es adolescente), las clases online, entre otras. ¿Y cómo recupero la energía y llego a fin de mes viva?

El estudio “Efectos de la pandemia en niños” (www.cuidemosanuestrosniños.org) indagó en el impacto sobre la salud mental de niños y niñas hasta los 11 años, de más de 2.500 familias. Algunas de sus conclusiones fueron: un aumento de las reacciones emocionales (61%), así como de las demandas a los adultos (73%); además se observó un mayor índice de desobediencia de los niños y niñas, quienes se volvieron mucho más desafiantes (43%).

Indudablemente, las mamás no necesitamos el estudio para corroborar esto ¿Verdad?

Esta situación generó un indudable impacto en nuestra salud mental como mamás o cuidadoras, lo que a su vez repercutió, y aún sigue ocurriendo, en nuestro estrés y cansancio, traducido en ocasiones en un problema en el trato con los niños y niñas, entrando así en un círculo negativo donde contamos con menos recursos fisiológicos y psicológicos a nuestro favor para abordar las necesidades de nuestros hijos o acompañarlos en momentos en que ellos y ellas nos necesitan.

La Programación Neurolingüística (PNL) nos enseña a acceder a nuestros recursos internos, como la paciencia, la fortaleza, la creatividad, la amabilidad, la firmeza y la flexibilidad.

Hagamos, ahora, un ejercicio para conectar con nuestros recursos.

Primero, piensa en una situación problema donde necesitas cuidarte más a ti misma. Segundo, pregúntate: ¿Por qué no hice tal o cual cosa? ¿Qué habría necesitado para hacerlo?  ¡Ese es el recurso! Por ejemplo, la autoestima. Tercero, recuerda un momento en tu vida donde tuviste la autoestima necesaria para tomar acciones de autocuidado y date un momento para esto.

Vamos que te invito a anotarlo: ¿Cómo lo hice?, ¿Qué pensamientos y sentimientos tuve? Entra intensamente en esa experiencia para traerla al presente y utilizarla cada vez que te falte ese recurso.

Hay múltiples acciones que puedes realizar para cuidarte.  Entregarte un espacio sólo para ti. Pueden ser 10 minutos, pero fueron sólo tuyos. Esto es clave, pues significa que te pones en un lugar importante en la lista de prioridades de tu vida.

También, tenemos en nuestro poder otra valiosa herramienta que nos ayuda a auto cuidarnos: la respiración. Generar ciclos de respiración consciente ayudan a salir de estados de estrés o evitar entrar en ellos.

¿Probemos?

Busca un lugar tranquilo (puede ser hasta el baño), toma conciencia de tu cuerpo; si te acomoda cierra tus ojos y comienza a inhalar por la nariz, reteniendo el aire por unos segundos y botándolo nuevamente por la nariz. Continúa haciendo este mismo ciclo por lo menos en 7 repeticiones o las que el tiempo te permita, a medida que inhalas puedes ir visualizando como entra calma, paz y armonía a tu cuerpo y, al exhalar, como sueltas las tensiones y preocupaciones. Esto lo puedes incorporar como una práctica diaria de autocuidado, en donde no necesitas más de 5 minutos.

¿Cómo te fue?

Ya sabes, si vienen las turbulencias o te falta el aire, ponte primero tú la máscara de oxígeno.