Nuestro estilo de vida y los alimentos que conforman nuestra dieta son claves para mantener un sistema inmune fortalecido que permita hacer frente a la enfermedad.

Cómo enfrentar el COVID-19 y evitar que se sigan perdiendo más vidas, es la interrogante que hoy mantiene en alerta a la comunidad científica a nivel mundial. Y es que si bien la vacunación es un paso importante, aún hay muchos aspectos sin resolver en cuanto a la prevención del virus, sus efectos en nuestro cuerpo y cómo ciertas conductas pueden ayudarnos a tener una mejor reacción en caso de contagio.

En ese contexto, la prestigiosa revista Gut, de la Sociedad Británica de Gastroenterología, publicó recientemente un estudio que arrojó que la microbiota intestinal, es decir la variedad y  volumen de bacterias que habitan el intestino,  influye en la respuesta del organismo al Covid-19 y, por tanto, en la evolución de la enfermedad.  En palabras simples, una mala salud intestinal, es decir una microbiota poco equilibrada, daría pie a cuadros más graves. En la misma línea, una reseña difundida en la revista mBio de la Asociación Americana de Microbiología, vinculó una microbiota poco diversificada y la ingesta elevada de alimentos procesados con los casos más graves de COVID-19 en los países occidentales.

Si bien esta relación no ha sido investigada en profundidad, la nutricionista diplomada en nutrición clínica adultos y nutrición deportiva, Marisol Martínez, plantea que efectivamente “este conjunto de microorganismos que viven en el intestino humano tiene una función de defensa vinculada al desarrollo del sistema inmunológico. Por ende juega un rol importante en la protección ante cualquier enfermedad”.

En vista de lo anterior, lo fundamental es preocuparnos por cuidar la microbiota y mantener su diversidad de manera permanente y para eso la alimentación es el pilar central. “Debemos respetar los horarios, hidratarnos adecuadamente, consumir alimentos ricos en fibra y preferir aquellos que contienen probióticos, que son microorganismos vivos presentes en algunos alimentos cuya ingesta en cantidades adecuadas y en forma sostenida en el tiempo resulta beneficiosa para la salud de las personas”, asegura Martínez. De hecho, de acuerdo a  un estudio de Grand View Reserch, Inc. para 2025 el mercado global de probióticos alcanzará los 77,09 billones de dólares y la razón de su auge está en el creciente interés por la salud preventiva.

Los probióticos se pueden encontrar en alimentos fermentados como el yogurth kéfir, el chucrut y la kombucha, un brebaje milenario hecho a base de una infusión de té o hierbas y azúcar de caña, que es fermentada por un cultivo de bacterias y levaduras (conocido por su acrónimo en inglés como SCOBY). “Dado los ingredientes con que es elaborada, la kombucha genera un equilibrio en la microbiota intestinal y eso nos permite estar más fuertes desde la perspectiva inmunológico”. Para Maria Prieto, fundadora de Kombuchacha, la primera en su categoría certificada orgánica en Chile, que además se elabora en base a plantas libres de organismos genéticamente modificados, químicos y pesticidas,  señala que “las personas están cada vez más conscientes e informadas del impacto de la alimentación en su salud. Ya incluso mucho antes de la crisis sanitaria, la alimentación consciente iba al alza y hoy vemos con optimismo que está dejando de ser algo de nicho para volverse tendencia masiva”. Asimismo, comenta que han aumentado las preguntas sobre su poder frente al virus y, frente a ello “nosotros, más allá de ofrecer nuestro producto como receta mágica, les comentamos que una flora intestinal saludable mejora el sistema inmune y la kombucha, además de ser rica, es un aporte en la tarea de balancear tu flora microbiana”.