No solo nos dieron la vida, sino que contribuyeron a formar nuestro sistema de creencias, a forjar nuestra personalidad y a darnos el sustento sobre el cual hoy nos paramos. La figura materna es para la mayoría de las personas un pilar fundamental de nuestras vidas y en la mayoría de los casos, un ser amado.
No obstante, hay mujeres que no han tenido la suerte de contar con relaciones saludables son sus madres y pensando en ellas, es que quisimos compartir esta columna de la psicóloga Irina Durán Martínez, quien habla precisamente de este tema.
Tu madre te conecta con la vida, es el puente para acceder a mayoría de tus experiencias como mujer adulta.
Míralo de este modo; en tu inconsciente está el vivo recuerdo de haber tenido la relación más simbiótica que jamás volverás a tener con otro ser humano en tu vida, ni con tu pareja, hijos o amigas, lo vivirás. Es el vínculo que viviste con tu madre cuando habitaste su vientre, donde tenías todo lo que necesitabas y querías a libre disposición.
Ahí conociste la incondicionalidad, y luego por situaciones de la vida, la olvidaste, quizás tu madre no fue quien deseaste o necesitaste, aun así, ella estuvo para ti de la única forma que podía según sus recursos internos y su propia historia.
Hoy te toca aceptar que tu madre te abrió la puerta a la vida, y que la relación que puedas tener con ella ahora, es el reflejo de cómo está tu vida, ya que la madre representa:
-tu éxito,
-tu relación con el dinero,
-tu pareja y -tu cuerpo.
Cómo miras a tu madre es cómo miras tu vida, por eso, es fundamental sanar este vínculo, sanar la herida materna, que aparece cuando:
-tú madre no tiene recursos internos para acompañarte en tu desarrollo,
-no te proporciona protección,
-no te guía emocionalmente,
-aparece más bien como una enemiga en tu vida, intenta controlarte, a través de la culpa o criticando tus decisiones y despierta en ti el deseo de no verla más o vivir lo más lejos posible.
Esto último lejos de ser una solución, solo trae más dolor y resentimiento, pues no logras llevar a tu madre a tu corazón, tomar la vida que ella te traspaso y hacerte responsable de tu experiencia, en alegría y libertad.
Como mujer adulta, tu puedes decidir seguir luchando contra tu madre y todo lo que representa para ti, o aprender a llevar una relación con límites saludables y aceptar que ella, ya te dio lo máximo que tenía para ti, la vida, y del resto, ahora te encargas tú.
Irina Duran Martínez Psicóloga de Mujeres www.irinaduran.com
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