Hoy se celebra Yom Kippur, una festividad judía para pedir perdón por los pecados cometidos en el transcurso del año, para dar paso al arrepentimiento sincero y la liberación de la culpa.
Es una bella celebración, que nos hace pensar en la importancia de pedir perdón, perdonar y también perdonarnos a nosotros mismos, por cada vez que nos hemos equivocado o le hemos fallado a los demás o a nosotros mismos, voluntaria o involuntariamente.
Muchas veces en la convivencia diaria las personas se hieren, producto de dinámicas poco sanas, de hábitos distintos adquiridos en alguna etapa de la vida, de diferencias culturales, sociales o simplemente porque la naturaleza humana es compleja.
Y aunque nadie se levante pensando que le hará daño a otro, somos seres tan complejos que actuamos en base a nuestras creencias y cuando ellas chocan con las de los demás, se generan roces que pueden ser solucionados en el minuto o que se pueden ir acumulando en nuestro interior causando rabia, decepción y frustraciones.
Por ello es importante darse un tiempo para pedir perdón, para tomar distancia y con ello hacernos conscientes de todo lo que hemos hecho que pudo causarle daño a alguien o a nosotros mismos.
Pero ¿qué implica pedir perdón?
Lo primero es reconocer el error y aunque suene básico, hay muchas personas que fallan en este punto, pues son poco empáticas.
Reconocer que nos hemos equivocado o actuado mal significa hacernos responsables y nos pone en intención para pedir perdón.
Por lo tanto, pedir perdón es producto de nuestra aceptación consciente y es el primer paso para recuperar la armonía. Con ello crecemos interiormente, pues dejamos en evidencia nuestras vulnerabilidades, pero superamos nuestros temores, gracias a nuestra capacidad para amar.
Lo segundo es restituir el daño causado. Muchas veces basta con la palabra o una simple acción como dar un abrazo honesto. Pero si el daño fue mayor, debemos trabajar en ver de qué manera recuperar la confianza, el cariño o el afecto herido.
Finalmente, es importante tener en cuenta que pedir perdón no significa que siempre vamos a ser perdonados. Por lo tanto, es bueno no hacerse muchas expectativas y realizar el acto de pedir perdón lo más honestamente y a conciencia posible, pero teniendo en cuenta que cuando le pedimos perdón a otra persona, en definitiva nos estamos pidiendo perdón a nosotros mismos y entregamos humildemente ese acto al universo.