Por Gonzalo Cruells, CEO Fastco Group

Mientras vemos como la economía mantiene sus cifras de recuperación tras la crisis sanitaria, los efectos de lo ocurrido durante el 2020 comienzan a manifestarse con fuerza. Si bien es cierto el inédito repunte del 18,1% del Imacec de mayo y las buenas cifras de los meses siguientes -apalancadas principalmente por el comercio- dan buenas señales, estas no son suficientes, pues hay problemas generados por la pandemia que siguen afectando a la población, como por ejemplo, el empleo femenino.

De acuerdo a cifras del INE, entre mayo y junio del 2020 se perdieron 1,8 millones de empleos. Entre marzo y mayo de este año se han recuperado 967 mil. Pero al revisar el detalle, vemos que del total de los puestos de trabajo perdidos, 899 mil eran femeninos y de ellos sólo se han recuperado 395 mil. Situación que contrasta con el caso de los hombres, donde de los 938 mil puestos perdidos ya se han recuperado 572 mil. El Banco Central en una presentación hecha a la comisión de hacienda del Senado, dio detalles del análisis del último informe de Política Monetaria, advirtiendo el alto riesgo de que el deterioro de la empleabilidad femenina sea irreversible en el corto plazo.

Esto, pues uno de los motivos de la baja empleabilidad femenina tiene relación con la necesidad de lidiar, tanto con las responsabilidades laborales como con la carga del cuidado del hogar y los hijos. En muchas ocasiones la demanda de ambos hace que la situación sea insostenible, por lo que muchas han optado por no regresar al campo laboral.

Resulta urgente, entonces, potenciar la empleabilidad femenina, sobre todo en áreas donde, por un lado, puedan explotar sus potencialidades y, por otro, donde puedan encontrar la flexibilidad necesaria para desarrollarse tanto laboral como personalmente. El área de contact center y servicio al cliente es una de las industrias donde es posible encontrar estas características.

Gran parte del trabajo que antes de la pandemia se desarrollaba en oficinas, hoy se está realizando mediante el sistema de teletrabajo, con muy buenos resultados. Esto ha traído grandes beneficios, pues se ha conjugado de buena manera las necesidades del trabajo con las personales. De hecho, de los cerca de 1300 colaboradores que tiene la compañía en Chile, Perú y Colombia, más de 900 son mujeres, quienes se desempeñan en diversas áreas, tanto en cargos directivos como ejecutivas.

Otro de los aspectos que urge cambiar para revertir la situación del empleo femenino, recae en un cambio cultural; primero, asumiendo que tanto labores domésticas como de cuidados de los hijos son responsabilidad de los adultos presentes, independiente del género; y segundo, fomentando culturas directivas en las empresas que vean al colaborador como un todo, con metas y requerimientos laborales como también personales. Equilibrar los incentivos para que ambos aspectos de la vida de la gente conversen de manera armónica, sin lugar a dudas, repercutirá de manera positiva en la productividad de la empresa.

Gonzalo Cruells