Han pasado las semanas y la convivencia dentro de la familia en cuarentena ha ido acomodándose poco a poco: del alivio a que pudiéramos estar en casa y permitirnos cuidar unos de otros, pasamos a la organización de rutinas para tratar de llevar un orden medianamente razonable y poder cumplir con las responsabilidades, hasta terminar hoy teniendo que vivir todas las actividades sociales con una pantalla, añorando la vida que teníamos antes como una libertad lejana que no valorábamos.

Entonces lo que está sucediendo ahora es que un día más, sabiéndonos sanos y afortunados, se nos presenta con una acumulación de estrés y agotamiento mental, lo que nos hace sentirnos cansados aún sin movernos.

 ¿Qué hacer?

Los padres son los primeros que se dan cuenta que están trabajando todo el día y con alertas mentales constantes frente a las múltiples tareas: trabajo, casa y crianza: todo al mismo tiempo. Los adolescentes pueden manifestar lo que les pasa a través del lenguaje y eso es bueno. Pero los más pequeños manifiestan su incomodidad de otras maneras precisamente porque no tienen las herramientas lingüísticas. Ellos llorarán, tendrán pataletas o estarán mañosos. Los más grandes se entramparán en acaloradas discusiones entre los hermanos por la ocupación de los espacios comunes, las herramientas tecnológicas para sus actividades escolares y sociales, o simplemente para resguardar su privacidad cuando quieren estar solos. Surgen las discusiones familiares y de nuevo ¿Qué hacer?

Lo primero es darse cuenta de que se está irritable. Es comprensible y esperable por todo lo que ya hemos dicho. Entonces, frente al escenario actual en que llevamos muchos días en cuarentena y quedan bastantes más, sin fecha de término definida, les dejo algunos tips que pueden colaborar a que este tiempo nuevo se lleve mejor:

Si un miembro de la familia está triste, irritable o se nota muy cansado, que uno de los padres se haga cargo de conversar con él y repasen juntos las actividades u obligaciones que tiene, para ver cómo bajar la carga y disminuir con ello el cansancio mental. Si se trata de un niño pequeño, hacer actividades lúdicas y manualidades. La música es una tremenda compañía.

Preocuparse de armar sanas rutinas de sueño con horas suficientes que permitan el descanso del cuerpo y la mente. Para esto, los padres deben estar ambos de acuerdo en cuáles serán esos horarios, ya que lo primero es trabajar en equipo y bloque.

Rotarse entre padres e hijos las responsabilidades del hogar: hacer turnos para hacer las comidas, lavados de platos, ropa, limpieza de piezas, etc. Hacer cada día algo distinto, ayuda a romper la monotonía y de paso, no caer en discusiones por quién hace más o menos, algo típico entre los hijos. Una buena ayuda es crear un calendario para la organización de los turnos o escribirlos en una pizarra visible para todos. Esto, trae acuerdos familiares y ayuda a disminuir las discusiones.

Separar horas de trabajo y horas de actividades en familia: Establecer una división clara para las actividades de oficina, colegio y universidad, obligarse a parar y dejar espacio para las actividades en familia.

Dejar los fines de semana para el descanso y ocio: Como las actividades ahora son en su mayoría en la pantalla, se puede caer fácilmente en la tentación de “adelantar” trabajos. Entonces, se vuelve a caer en el “agobio mental” por hacer cosas, y no se destinan espacios para que el cuerpo descanse y se recupere.

Hacer ejercicio: acá se puede ser muy creativo usando el living, pieza o terraza para saltar, bailar, o hacer simples ejercicios aeróbicos que ayuden al cuerpo a energizarse y de paso, a que la mente se desconectarse. Esto puede hacerse en familia.

Leer libros: Sin duda trasladar la mente a “otras historias” ayuda mucho en este cansancio mental del que hablamos, conectándonos emocionalmente con otros lugares, otra información, otros personajes, diferentes y nuevos a los que vemos en televisión o redes sociales. Además, ayuda a crear temas de conversación interesantes y entretenidas en la mesa cuando todos comparten.

-Volver a las raíces familiares: conversar sobre los bisabuelos, las vacaciones de los padres cuando eran niños, mirar fotos antiguas, contar historias de tíos y primos, es precisamente lo que puede hacer resignificar este tiempo de cuarentena en familia, es decir, darle un nuevo sentido a este momento de la vida no elegido. No nos imaginamos los recuerdos que estamos generando hoy para mañana.  Así que puedo preguntarme y elegir: ¿Qué quiero que nuestra familia recuerde de estos días de cuarentena? Y desde esta pregunta, hacer. Vivir

Por Carmina Gillmore

Mediadora Familiar,  FIMEP (Foro Internacional de Mediadores Profesionales)

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