Sentir cómo se desliza el bolígrafo por la superficie, ver los colores y formas de las letras que se van formando, e incluso sentir el olor del papel y de la tinta, conforman una compleja experiencia sensorial que estimula diferentes áreas del cerebro y mejora los aprendizajes.

Si bien en países como Finlandia ya está incorporado el uso del teclado en la enseñanza de la escritura, el apuntar ideas a mano está lejos de quedar atrás. Y es que diversos estudios avalan que la experiencia de deslizar el bolígrafo por el papel estimula más áreas del cerebro que la digitación en el teclado, lo que enriquece la memoria al implicar los sentidos y las emociones.

Así lo comprobó un grupo de investigadores liderado por la neurocientífica Audrey Van der Meer, quienes usando un sistema de electrodos, midieron la actividad cerebral de niños y jóvenes, tanto en los momentos en que tomaban apuntes a mano como cuando escribían en el teclado. Los resultados, publicados en la revista Frontiers in Psychology[1], demostraron que hubo una mayor actividad cerebral durante la escritura a mano, por una reacción coordinada de las áreas motora, visual y cognitiva.

“Muchos sentidos se activan presionando el lápiz sobre el papel, viendo las letras que escribes y escuchar el sonido que haces al escribir. Estas experiencias sensoriales crean contacto entre diferentes partes del cerebro y abren el cerebro para aprender”, indicó la neurocientífica Audrey Van der Meer en la publicación de este estudio.

En efecto, la escritura a mano permite fijar de manera más rica y duradera los aprendizajes. Fue lo que comprobó Anne Mangen, profesora asociada de la Universidad de Stavanger (Noruega), quien realizó un experimento en que a dos grupos de adultos se les pidió memorizar las 20 letras de un alfabeto desconocido para ellos. Un grupo ejercitó solo escribiendo a mano, mientras que el otro ensayó usando solo el teclado. Después de seis semanas, quienes habían escrito a mano respondieron mejor los tests, y demostraron haber activado más el área del cerebro encargada del lenguaje, conocida como área de Broca.

“Cuando escribimos a mano, nuestro cerebro recibe feedback desde nuestras acciones motoras y de nuestras acciones perceptivas de tocar el lápiz y el papel. Esta experiencia es muy diferente para quienes tocan las teclas de un teclado”, dijo la profesora Anne Mangen en el estudio publicado en Science Daily[2].

Hoy en día la escritura a mano tiene los más diversos usos. Por ejemplo, está la escritura terapéutica, en que las personas usan un cuaderno para expresar sus emociones y darles sentido. Un bolígrafo de diferente color puede servir para expresar emociones distintas. Asimismo, la escritura a mano se usa para realizar lluvia de ideas, anotando palabras y frases al azar con colores distintos, para luego conectarlas de forma creativa y así llegar a nuevas ideas, diseños y proyectos.

El hecho de que hoy exista una amplia oferta de bolígrafos todos los colores, tales como Paper Mate, Sharpie Roller o Sharpie S-Gell, demuestra que la escritura a mano sigue siendo una experiencia estimulante y divertida. En efecto, mientras más libre y colorida sea la escritura, mejor será la experiencia para el cerebro.

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