El reciente estudio Obesidad 2015, realizado por GFK Adimark, reveló que uno de cada cuatro chilenos con sobrepeso no reconoce su condición, dando claras muestras de que nuestros connacionales tienen un problema de percepción, con una tendencia a bajarle el perfil a esos “kilitos de más”.
La percepción es un tema relevante al hablar de obesidad, ya que los padres y madres de los niños y niñas no tienen una concepción adecuada respecto de “lo normal”. Han pasado muchos años en que el niño gordito era sinónimo de niño sano y feliz, idea vigente hasta los 70’s; en la década de los 80 irrumpió la malnutrición por exceso que nos ha acompañado y cada vez es más frecuente en la cultura alimenticia.
Sin embargo, a pesar de los cambios nutricionales que ha experimentado nuestro país, en general aún las madres se siguen alarmando por dos cosas: que sus hijos tengan fiebre o que no coman.
Dado lo anterior, a nivel de políticas públicas se debe incidir en la familia para crear el hábito de comer bien. Asimismo, se requiere la provisión de frutas y verduras accesibles para todos y en formato transportable, debiendo trabajar para ello en colaboración con la industria alimentaria.
En educación se deben incorporar más fuertemente los contenidos sobre alimentación saludable, de tal forma que niños y adolescentes aprendan a calcular el índice de masa corporal IMC (con su fórmula peso ( kg) / talla ( mt) al cuadrado) y entiendan que el valor normal fluctúa entre 20 y 25.
Entre las medidas de prevención de la obesidad, junto con la alimentación sana y el consumo de porciones adecuadas, se debe promover la actividad física, caminar, el uso de máquinas de la plaza, running, entre otros, y la realización del examen de salud del adolescente.
No olvidemos que la obesidad es factor de riesgo de diabetes mellitus, hipertensión, accidentes cerebrovasculares, hígado graso, hepatitis no infecciosa, insuficiencia cardíaca, y algunos cánceres como el de mama, endometrio, colorrectal, de riñón, páncreas, esofágico, tiroides, y vesícula biliar. Es decir, la gordura no sólo es un problema estético, sino que de salud pública.
Por Dra. Nelly Baeza, coordinadora Programa de Salud Pública, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Central.
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