Columna de la Psicóloga Varinia Signorelli

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Acerquémonos a una práctica que tiene muchos años en Europa y que en nuestro país es validada por un grupo minoritario pero no por eso menos importante. Colecho, que es el dormir junto a nuestros hijos en la misma cama. Sé que para algunas será tema sensible ya que a veces se dice que los niños podrían tornarse inseguros, dependientes y poco autónomos.

Vamos a seguir la misma lógica que usé en post anteriores en donde repasé los beneficios de portear a la guagua (cargarla en brazos), dijimos que las guaguas necesitan estar en contacto constante con la madre para tolerar el cambio que se genera desde el útero materno a nuestro entorno.

Durante la noche las guaguas necesitan continuar sintiendo a la madre cerca, necesitan el olor de ésta, escuchar los latidos del corazón de la mamá para sentirse seguros y tomar leche cuando tengan ganas.

Entre los beneficios de dormir con nuestros niños está la regulación de la temperatura corporal (si la temperatura del niño aumenta, la de la madre desciende), se contribuye a un mayor desarrollo cerebral, se estimula la conexión con la madre que está más alerta a las necesidades del niño, favorece la lactancia, disminuye el riego de muerte súbita, y se ha observado mayor comodidad para la madre. Es lógico que si la madre ha consumido alcohol (o drogas) o sufre de obesidad, no se recomienda esta práctica porque podría dañar al niño.

Les llamo a una reflexión, ya que muchas madres sienten que es mucho más placentero para ellas dormir con sus hijos, sienten que descansan más, que los niños lloran menos, mas insisten en sacarlos de la pieza porque “alguien” les dijo que era dañino, que se “mal acostumbran”, que se “malcrían”, que si no los sacas de guagua “nunca los podrán sacar de la cama”, etc. Escuchar todo esto nos da miedo porque lo que queremos es hacer las cosas bien: bueno, para hacer las cosas bien debes hacer lo que sientes que es NECESARIO para tu hijo, tenga la edad que tenga y te digan lo que te digan en torno a lo que DEBES hacer o no. No conozco a ningún adulto que duerma aún con sus padres porque no lo pudieron “sacar de la cama”.

Es beneficioso también colechar cuando veamos que nuestro hijo más grande lo requiere, si nos pide el espacio, si lo vemos inseguro es buena idea que duerma con nosotras hasta que logre adquirir la seguridad y quiera dormir solo: no hay nada más nefasto que la lucha (de madrugada) entre padres e hijos para que se queden dormido solos cuando quieren estar con los padres, es nefasto para los niños que muchas veces dejan de llorar por el cansancio que tienen y se quedan con una terrible sensación de vacío y angustia porque nadie ha atendido a su llamado. Para los padres es terrible también porque no duermen y se alteran durante la noche cuando deben cumplir con responsabilidades al día siguiente.

Para las interesadas, les cuento que en el mercado existen unas maravillosas cunas de colecho (como una cunita sin una hilera de barrotes que se adhiere a la cama de los padres). Incluso podrían fabricar una artesanalmente, considerando las medidas de seguridad: adherirla bien y no dejar espacios o recovecos (por donde podría asfixiarse o caerse)

Madres todas, no tengan miedo de dormir con sus hijos, no tengan miedo de regalonearlos, es la mejor herencia que les pueden dejar: el contacto afectivo real.

www.variniasignorelli.cl

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