¿Qué será de la humanidad dentro de veinte años? ¿Cómo serán nuestras casas, oficinas y ciudades? ¿Qué avances tecnológicos habremos alcanzado? Son muchas las cosas que uno se atrevería a predecir y posiblemente acertar al cabo de dos décadas.
Pero no todos quienes se atreven a dar predicciones son Nicholas Negroponte (Nueva York, 1943). Este arquitecto es uno de los más reconocidos futurólogos y uno de los primeros y más notables gurús de las nuevas tecnologías, reconocido por fundar el Media Lab del MIT, la revista Wired y la asociación One Laptop per Child.
En 1984, en una de las primeras charlas TED, Negroponte realizó varias predicciones sobre la comunicación del futuro. Y acertó en todo, adelantando la debacle de la prensa escrita, el auge de los dispositivos táctiles y la importancia de las nuevas tecnologías en el entorno educativo.
Treinta años después, Negroponte volvió a las charlas TED, en Vancouver y en esta oportunidad dio una predicción insólita, que nos cuesta creer o imaginar siquiera que se pueda convertir en realidad.
En su opinión, en tan sólo 30 años más, la manera de aprender habrá cambiado por completo. Nuestros hijos o nietos no tendrán que leer libros ni atender en clase: podrán comerse, literalmente, la información.
Según ha explicado Negroponte, bastará consumir una píldora para aprender inglés. “Te tragarás una píldora y conocerás a Shakespeare” ha asegurado. “El conocimiento viajará por el torrente sanguíneo, y una vez que la información contenida en la píldora llegue a la sangre esta se introducirá en el cerebro… Y las distintas piezas se depositarán en los lugares adecuados”.
Pese a lo sorprendente de su afirmación, el arquitecto asegura que no es el único científico que piensa que esta forma de aprendizaje será una realidad. En su opinión, cuando la gente dice que una predicción está “totalmente equivocada” es cuando puede hacerse realidad.
Así ocurrió en 1984, cuando aseguró que en el futuro los dedos de la mano sustituirían al ratón en el manejo de los dispositivos electrónicos. “Todo el mundo pensaba que era ridículo. Las pantallas tenían muy baja resolución y la gente pensaba que la mano iba a ocultar todo lo que se quería ver y los dedos iban a dejar la pantalla sucia”.
No cabe duda del talento de Negroponte, pero mucho menos de su mayúscula autoestima. “Una de las cosas que me permite la vejez, es decir con gran confianza que he estado en el futuro”, sostuvo en la charla. “He estado muchas veces. No sé cuántas veces en mi vida he dicho ‘esto pasará en diez años’… Y diez años después la predicción se convertía en realidad”. En 30 años veremos si, de nuevo, está en lo cierto.