Columna de  José AlbuccóJosé Albuccó (1)

Académico Universidad Católica Silva Henríquez y autor del blog Patrimonio y Arte

Las redes sociales y la educación a distancia han modificado la forma y frecuencia en que los seres humanos nos comunicamos, lo cual también ha originado una forma distinta de participación en el mundo. Durante gran parte del siglo XX fueron numerosos quienes vieron un riesgo en la aparición de los medios de comunicación de masas, pero la creación y masificación de Internet -y específicamente de la Web en 1990- ha significado que, en las últimas décadas, todos quienes tienen acceso a esta red puedan opinar y organizarse activamente en torno a intereses comunes.

Uno de los objetivos establecidos por los distintos gobiernos en los últimos años ha sido la reducción de la brecha digital, que mantiene hoy a 1.495 localidades del país sin ningún tipo de conexión. Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en febrero de 2019 nuestro país presentaba un crecimiento de 23,7% al año anterior. En tanto, los accesos de banda ancha fija de alta velocidad registraban un aumento de 4,3% interanual, llegando a una penetración de 17 accesos cada 100 habitantes en el país.

Una vez que tenemos el privilegio de ser parte de los que nos están excluidos, nuestra relación cambia de acuerdo con la generación a la cual pertenecemos. WhatsApp es la plataforma con más usuarios y transversal; Instagram es la segunda red social más utilizada y Facebook va quedando en el olvido de las generaciones jóvenes.

Para los centros educacionales 2020 es un año de desafíos en esta materia; el primer semestre por la emergencia sanitaria y el segundo semestre, si salimos del primero, por el calendario de las distintas instancias de votación ciudadana que se recalendarizaron y mantendrán efervescentes a las distintas instituciones educativas.

Desde el Renacimiento se ha considerado necesario complementar la enseñanza teórica del aula con la ejecución de experimentos y prácticas de laboratorio que le permiten al estudiante confrontar sus teorías e ideas, así como aplicar su propia iniciativa y originalidad en el proceso educativo. Donde el estudiante tiene que presentarse en un espacio y horario definidos, a pesar de que el resto del aprendizaje se realiza con mayor libertad de horario y lugar.

Hoy, por la cuarentena, nos enfrentamos masivamente al aula virtual o a distancia. Las aulas virtuales han sido definidas como una simulación en computadora o dispositivo móvil de una amplia variedad de situaciones de aprendizaje, en un ambiente interactivo que quienes aprenden puedan realizarlo desde fuera del campus universitario y en tiempo presencial y no presencial del docente.

Esta modalidad significará para los centros educativos nacionales una prueba de las competencias digitales tanto de estudiantes como de docentes. Sin embargo, también pondrá de manifiesto la desigualdad digital que aún existe en Chile.