- Hay una serie de alimentos que se sugieren consumir y privilegiar para contrarrestar los efectos físicos que generan los cuadros de crisis ambiental.
Cuando se decretan episodios de pre-emergencia y emergencia ambiental, se habla mucho de los efectos respiratorios que provoca la contaminación, olvidando que los cuadros críticos de smog tienen un impacto general en el organismo, lo que implica también necesidades nutricionales diferentes.
“Durante las emergencias ambientales, las condicionantes climáticas y de actividad física varían, por lo que el efecto de los alimentos causa un impacto diferente en el organismo y, asimismo, también cambian las necesidades energéticas básicas, lo que se hace aún más tangible en personas con patologías cardiovasculares y pulmonares”, plantea la docente de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad del Pacífico, Stefanie Chalmers.
“Estas situaciones de necesidades especiales o de acumulación de toxinas no son percibidas clínicamente, es decir, no se siente que algo está mal, sin embargo generan daño agudo y acumulativo, por lo que debe existir conciencia de lo importante de su control”, agrega la especialista.
En este sentido, la nutricionista indica que hay que tener un especial cuidado con la hidratación, la ingesta calórica y la selección de nutrientes que potencien el sistema inmune.
“El efecto climático del exceso de partículas contaminantes en el ambiente está usualmente relacionado con un suave incremento de la temperatura. A esto se suma una mayor necesidad de depuración de las toxinas inhaladas por el organismo. Son estas mismas partículas tóxicas las que afectan a los sistemas de defensa a nivel respiratorio, por lo que se requiere mayor ingesta hídrica que en los días sin emergencia ambiental y un consumo organizado de esta”, indica Stefanie Chalmers.
Según la experta, una hidratación adecuada durante pre-emergencias o emergencias ambientales corresponde a un vaso de agua cada 2 a 3 horas.
Otro elemento a considerar es que durante los episodios de emergencia ambiental se sugiere disminuir la actividad física, lo que se traduce en el abandono de prácticas deportivas e incluso de caminatas y uso de escaleras. “Al reducir cualquier tipo de actividad que genere gasto energético, no podemos consumir los mismos tipos y cantidades de alimentos, ya que se favorece la acumulación de tejido adiposo, lo que implica un aumento de peso corporal y aumento del riesgo cardiovascular”, recuerda la docente de la Universidad del Pacífico. Por lo tanto, por un simple efecto matemático, se debe reducir también el consumo de calorías.
Chalmers comenta que otro elemento que es desconocido por la población es que los carbohidratos son nutrientes que generan una gran cantidad de desechos metabólicos en forma de gas, que solo pueden ser eliminados por vía respiratoria, por lo que su ingesta abundante estimula al organismo a generar una mayor frecuencia ventilatoria.
“Al existir contaminación ambiental, en cada ventilación (inspiración + espiración), no solo se expulsan los desechos metabólicos producidos por el organismo, sino que además se hace inevitable el que se incorporen por vía respiratoria una mayor cantidad de las toxinas presentes en el ambiente. Esto se hace más grave y evidente en personas con patologías cardiopulmonares crónicas o enfermedades respiratorias agudas, como un resfriado simple”. En este caso, la clara recomendación es evitar el consumo de grandes cantidades de carbohidratos.
Por último, en episodios de emergencia ambiental aumenta la vulnerabilidad del sistema inmune. “Esto sucede porque las toxinas inhaladas afectan a la primera barrera de defensa inmunitaria a nivel respiratorio, al deteriorar la capacidad de barrido de los cilios ventilatorios”, explica la nutricionista. Por ello, sugiere consumir los principales micronutrientes que potencian el sistema inmune, que son el Zinc y la vitamina C, los cuales se encuentran en carnes blancas y rojas, y en los cítricos, respectivamente. “Además son fáciles de conseguir en forma de suplementos nutricionales”, agrega Chalmers.
Recomendaciones:
- Hidratarse abundantemente durante el día e idealmente tomar un vaso de agua cada 2 a 3 horas (privilegiando la ingesta de agua pura o infusiones suaves).
- Disminuir el tamaño de las porciones que se consumen habitualmente y para no quedar con apetito, consumir mayor cantidad de ensaladas. No incorporar mayonesa, crema, mantequillas, embutidos o grandes cantidades de aceite en el menú.
- Evitar el consumo de grandes cantidades de carbohidratos como arroz, fideos, papas y productos que contienen azúcar.
- Privilegiar el consumo de alimentos que contengan Zinc y vitamina C, los que se encuentran en alimentos proteicos como pescado, pollo y carnes rojas, y en frutas y verduras como kiwi, limón, naranja y berries.
Fotografía: www.cnn.com