Destacamos en especial a los jóvenes, a los que en ocasiones tanto se les critica, que nos han enseñado que hay que actuar, que el temor no nos puede paralizar y que son valientes y nos muestran las ganas de generar cambios reales.
Por: Rebeca Ubilla M./ Paola Leyton T. /Elizabeth Salazar
Fotografías: Tomás Contreras.
Pensamos mucho en qué decirles y en cómo decírselos, porque estos días nos han dejado sin palabras…
Lo primero que nos remeció fue la violencia que vimos desde el viernes pasado, cuando una gran cantidad de estaciones de metro fueron quemadas, al igual que cuando una enorme llamarada se asomó por el edificio de ENEL.
El sentimiento inicial de incredulidad se transformó en inseguridad y la angustia se incrementó cuando vimos los violentos saqueos y actos de destrucción que se comenzaron a extender por todo el país.
El malestar era general y ya no tenía que ver con el alza en el pasaje del metro. Claro, si las injusticias y abusos se habían acumulado: la salud, las pensiones, la precarización del trabajo, los robos en distintas entidades, la colusión y tanto más… y con estupor vimos como algunas de las soluciones se daban de la mano de “clases de ética”. Todo ello sumado a un país con altas tasas de suicidio infantil y adolescente y donde la gran mayoría de las licencias médicas son por depresión o estrés.
Pero, junto con ello surgió una gran fuerza esperanzadora, que le decía NO a la violencia y quería decir de otra forma las cosas. Eran las familias, los amigos, las parejas, los jóvenes y los niños que juntos a sus padres decidieron que no podían quedarse mirando en sus casas lo que pasaba y sintieron que era hora de clamar por un Chile más justo y más equitativo, dando lugar a grandes marchas culturales y pacíficas.
Destacamos en especial a los jóvenes, a los que en ocasiones tanto se les critica, ya que nos han enseñado que hay que actuar, que el temor no nos puede paralizar y que son valientes y nos muestran las ganas de generar cambios reales. Contagiémonos con ellos, porque ellos sí están ahí!!!
Resaltamos también a los vecinos, que con sus chalecos amarillos, se han unido y vuelto a conectar para cuidar sus casas, sus comercios, su calle, en definitiva su entorno.
Es cierto que no podemos desconocer las muertes, los hechos de violencia y lamentamos desde lo más hondo todo ello, al igual que lamentamos por quienes se han visto afectados en su seguridad personal, en el destrozo de sus fuentes laborales o por quienes antes tomaban transporte colectivo y hoy su trayecto que ya era largo, se ha duplicado o triplicado en tiempo.
Pero a pesar de todo, nos quedamos con lo positivo de este proceso, con todos los chilenos que claman por un mejor país.
Esperamos que las autoridades sepan escuchar y no pierdan esta oportunidad histórica de construir un nuevo Chile. Que ellos y nosotros sepamos escuchar, atender y tener un corazón generoso para compartir, dar oportunidades y ayudar a un gran país. Lo merecemos!