n esta época de temperaturas oscilantes es usual trabajar a altas temperaturas en ambientes interiores, incluyendo algunos de poca ventilación. Esto no solo disminuye la concentración y la productividad, sino que podría desencadenar el llamado estrés térmico. Para funcionar con normalidad, el cuerpo humano necesita mantener invariable la temperatura en su interior en torno a los 37 C. Temperaturas ambientales, humedad y falta de movimiento del aire (por ejemplo, falta de viento o circulación de aire inadecuada), pueden generar estrés térmico.
Al aumentar su temperatura por encima de los 38 oC, los mecanismos fisiológicos de pérdida de calor, como la sudoración y vasodilatación periférica, se aceleran para que el cuerpo se refresque. De no bajar la temperatura, la persona puede sentir dolores de cabeza, mareos, irritabilidad, confusión y hasta desmayos.
Una encuesta realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 101 países y publicada en WHO Health and Climate Change Survey Report señala al estrés térmico como uno de los riesgos climáticos más comunes para la salud pública. Mientras, un estudio del Centro Euromediterráneo sobre el Cambio Climático (CMCC) señala que la productividad laboral de los trabajadores poco cualificados disminuye a partir de un umbral de 26,2 grados centígrados. Ya en el 2019 un estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó que el estrés térmico podría reducir los niveles de productividad mundial en un equivalente a 80 millones de puestos de trabajo de tiempo completo para el año 2030. En otras palabras, el 2,2% del total de horas de trabajo en todo el mundo podría perderse debido al calor extremo para finales de la década.
El estrés térmico puede causar molestias físicas que van desde la incomodidad por abundante sudoración, dolor de cabeza, fatiga, náuseas o hasta un golpe de calor. Bajo estas condiciones, la productividad laboral puede disminuir, el ausentismo por enfermedad puede aumentar, lo que se traduce en pérdidas para cualquier organización.
Hemos pedido a Daikin, un líder en climatización, que nos ayude a definir algunos de los factores que pueden elevar la temperatura en las oficinas, y que deben ser considerados a la hora de diseñar y adquirir un sistema de climatización.
Ambiente: el lugar geográfico donde esté ubicada la oficina determinará la temperatura, velocidad y humedad del aire. De igual manera el espacio o distribución interior de las instalaciones afecta la temperatura que se dará en las mismas.
Radiación solar: en ciudades con temperaturas muy altas el sol calienta la superficie exterior de las edificaciones, elevando el salto térmico de afuera hacia adentro. Mucho dependerá también de la construcción del edificio o espacio, por ejemplo, si se trata de una edificación construida con técnicas donde utilizan el cristal, durante temporadas de calor la radiación solar los atravesará generando un efecto invernadero.
Equipos de trabajo: aparatos electrónicos, computadoras, fotocopiadoras, impresoras, módems y demás accesorios que se encuentran en una oficina, generan cargas térmicas importantes, por lo que es un factor más que influye en el ambiente de trabajo.
Iluminación: es uno de los factores de calentamiento más relevantes, si las oficinas requieren el uso de una alta cantidad de iluminación es muy seguro que la temperatura sea mayor.
Número de personas: este factor también está relacionado con el espacio del lugar de trabajo, si éste es muy pequeño y hay muchas personas el calor aumentará considerablemente.