- Funciones se extenderán hasta el jueves 14 de agosto
Fuente: El Mostrador
Celos, sospechas, traiciones, amores incomprendidos, pasiones desbocadas, envidias, venganzas juradas al cielo, luchas políticas por el poder en el Renacimiento, elementos argumentales que, acariciados por una oración de belleza atemporal, como lo es la célebre aria “Ave María”, fue inmortalizada por la Divina María Callas, a mediados del siglo XX.
Esos son los ingredientes que hacen sucumbir al héroe en la penúltima ópera creada por el genio de Giuseppe Verdi, Otello, título que podremos apreciar desde este sábado, y hasta el jueves 14 de agosto, en el escenario del Teatro Municipal de Santiago. Justo en el año dedicado universalmente al escritor William Shakespeare, en el mundo entero, por cumplirse el 450º aniversario de su probable nacimiento (1564), en Stratford-upon-Avon, Inglaterra.
Nos encontramos probablemente en el siglo XV. Y el valiente militar del León de la República de Venecia (siglo IX hasta 1797) y gobernador de Chipre -de origen arábigo-, cree que su mujer, Desdémona, lo engaña con su lugarteniente, Casio. Es Yago (otro subalterno de Otello), quien maquina un plan para levantar las falsas sospechas, las que terminan convirtiendo al virtuoso estratega, en un ciego homicida, el que concluye por autoelimnarse, preso por la angustia y la tragedia, en la soledad de la isla que administra sobre el Mediterráneo.
Desde el comienzo de su carrera, Giuseppe Verdi (1813-1901) persiguió crear un “drama musical”, es decir, concebir una pieza donde la partitura y la teatralidad se enlazaran a la perfección. Luego de un largo período de silencio y reflexión –dieciséis años después de escribir Aida–, el compositor italiano consiguió dar ese significativo salto estético con Otello (1887), como ya está dicho, la penúltima ópera que enhebró antes de morir.
El poeta milanés Arrigo Boito (1842-1918), convirtió el drama de William Shakespeare (estrenado en Londres, 1604), en un poderoso libreto. Texto que Verdi potenció aún más con una música que produce un discurso orquestal completamente novedoso –de colores a la vez sutiles y expresivos– y una sucesión de intervenciones vocales memorables, como la ya mencionada aria “Ave María”, de Desdémona, o el solitario “Esultate!”, cantada por el protagonista.
Otro factor que dota a Otello de un inmutable valor histórico y artístico, resulta de la colaboración entre Verdi y Arrigo Boito. Pocas veces a lo largo de la trayectoria de la ópera se ha dado una conjunción de astros creadores con tanta carga inventiva reunida, sólo comparable a las confluencias de las duplas Mozart-Da Ponte y Strauss-Hofmannsthal.
Sorprende, a quien conozca el texto shakespeareano, la sensacional adaptación realizada por Boito. El escritor se centró exclusivamente en la relación triangular Otello- Yago-Desdémona, interesándose obsesivamente por el drama interior y por la circulación de pasiones, sospechas y autodestrucción presentes.
Para ello, resultan eliminados por completo el “acto veneciano” del bardo de Avon y toda mención a la posible relación (doblemente adulterina) entre Otello y la esposa de Yago. De esta manera, toda la acción gira sobre la oposición entre el bien y el mal, entre la virtud y la sospecha, una concepción dualista del universo -que caracterizó el pensamiento de Boito desde sus primeros poemas-, y que se expresó en libretos como los de La Gioconda (para Ponchielli), Mefistofele o Nerone (estas últimas firmados por él mismo, pues también, aparte de escribir poemas y libretos, compuso ópera).
En todos ellos, el mal emerge como esencialmente inseparable de la condición humana (“Son scellerato/perchè son uomo”, reconoce Yago en su famoso “Credo”) y como el elemento dinámico de la naturaleza frente al estatismo del bien. Es Yago, llevado de su propia naturaleza inspirada por un Dios cruel (“che m’ha creato simile a sè”), más que por el resentimiento profesional, quien desencadena la tragedia y dirige a la perdición a cuantos se cruzan en su deambular vital.
Frente a él, el bien encarnado por Desdémona, inocente e ignorante de cuanto pasa a su alrededor, y que es capaz de interceder desinteresadamente por Casio, incluso en los momentos más inoportunos y comprometidos. Con respecto a Otello, campo de batalla donde se libran la eterna pugna entre la divinidad y lo demoníaco, nada lo define mejor que las propias palabras de Boito en carta a Verdi: “Otello es como un hombre que da vueltas en torno a una pesadilla y a la fatalidad y a la creciente dominación de esta pesadilla; piensa, actúa, sufre y lleva a cabo su terrible delito”. La pesadilla no es sino la “idra fosca” de los celos. Ya lo dijo Calderón de la Barca: “Celos aún del aire matan”.
Antonello Allemandi, italiano, uno de los directores más interesantes de su generación –colaborador habitual de los teatros más importantes del mundo–, conducirá al elenco protagonizado por Kristian Benedikt y Keri Alkema. Pablo Maritano -joven regisseur argentino de ascendente carrera y que estuvo presente en la Temporada 2013 del Municipal con El trovador-, liderará la puesta en escena.
El tenor lituano Kristian Benedikt, encarnará al protagonista, rol con que ha deslumbrado a audiencias y críticos de todo el mundo. “Su voz es fuerte y firme. ¡Es un verdadero tenore di forza!”, dijo The Texture of Arts, acerca del solista.
Evez Abdulla, cantante azerbaiyano, y versado intérprete de roles para barítonos dramáticos, debutará como Yago, mientras que la soprano norteamericana Keri Alkema, recordada por su brillante participación en la Simón Boccanegra del mismo Verdi -el año 2011, también en el Municipal-, y elogiada por su voz fuerte y ágil, personificará a Desdémona.
Por su parte, el elenco estelar será encabezado por el experimentado tenor nacional José Azócar, junto a la ascendente soprano chilena Paulina González como Desdémona y al virtuoso barítono argentino Fabián Veloz. Antonello Allemandi, como anotamos, dirigirá las funciones internacionales y José Luis Domínguez, conducirá, a su vez, las presentaciones restantes. La Orquesta Filarmónica de Santiago y el Coro del Teatro Municipal, completarán el montaje musical.
Interpretada en italiano con sobretítulos en español.
Duración aproximada de 2 horas y 40 minutos (incluido un intermedio de 20 minutos).