La pérdida de un ser querido afecta a todas las personas en algún momento de su vida y requiere de un espacio y tiempo especial para adaptarse emocionalmente. En fechas relevantes como Navidad o Año Nuevo, no siempre es fácil sobrellevarlas. Una especialista de la Universidad del Pacífico comparte algunos consejos.
Navidad es sinónimo de fiesta, de paz y de amor. Pero para muchos niños, y también adultos, esta fecha puede traer otros sentimientos como ansiedad y desmotivación, lo que suele pasar cuando un ser querido no está presente.
La coordinadora académica de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Verónica Navarrete, advierte que hay algunos indicios que permiten a los padres saber si los niños viven estas emociones. “Por ejemplo, hablan poco de la Navidad y no presentan, como en otros años, esa típica ansiedad por la llegada de esta fiesta y de las actividades que en torno a ella se realizan. Entonces el niño aparece desmotivado, no quiere hablar, si se pone el tema el niño se evade, se va o cambia la conversación, etc.”, explica.
La psicóloga infanto-juvenil agrega que es común que haya mucha pena, rabia y frustración. “Algo similar a lo que sucede con los adultos, y que debemos saber manejar y contener. Cuando lo compartimos, somos capaces de mirarnos y de buscar una manera de contenernos todos”, indica.
Cuando la situación implica la separación de los padres y los niños son pequeños, la especialista señala que la mejor receta es que los acuerdos los tomen los adultos involucrados. “Es importante no exponer a los niños a que tomen este tipo de decisiones, porque es recargarlos de una responsabilidad que para ellos es súper compleja. Creo que los padres deben ser capaces de hacer una renuncia y pensar en sus hijos y en qué es lo mejor para ellos. Dónde se van a sentir mejor, si con la familia de la mamá o del papá, pensar en qué están acostumbrados y cuál es la historia que han tenido como pareja, etc. Pero no deben entregarle la responsabilidad a los niños, porque les genera una angustia grande, ya que es muy complejo para ellos elegir entre un papá y otro. A ambos los quiere y hay un tema de lealtades con las que no se debe jugar”, puntualiza.
Verónica Navarrete plantea que cuando los hijos son mayores, el tema permite más apertura y conversación. “Cuando son más grandes se puede conversar con ellos, porque están capacitados para llegar a acuerdos bastantes salomónicos y justos, como son el alternar la fiesta de Navidad con un papá y el Año Nuevo con el otro y variar de acuerdo a los años anteriores, etc. Es más fácil de manejar, porque ahí hay más instancias de diálogo y de conocimiento sobre las preferencias de cada papá y llegar acuerdos de esa manera”, comenta.
Sobre cuál es la edad clave para llegar a este tipo de entendimientos, la psicóloga señala que en la pubertad ya están capacitados para tomar decisiones. “Pero por supuesto tomando en cuenta el contexto del niño y la subjetividad asociada a su realidad”, aclara.
Cuando la realidad de la pérdida, cualquiera sea ella, se vive por primera vez en estas fiestas, la especialista aconseja que los padres sean capaces de mostrar lo que también les está pasando a ellos. “Porque por ejemplo, cuando estás pasando una primera Navidad separada o viuda, o en la que a tu marido le tocó trabajar, a ti también algo te pasa. Te da pena, angustia y te pasan muchas cosas. Entonces creo que es súper importante que los padres sean capaces de vivir las emociones con los hijos. Eso da un espacio para que los hijos también puedan mostrar lo que les pasa y comprendan que es una realidad que hay que asumir y que es difícil para todos. Debe ser un mundo afectivo y emocional, vivido en conjunto como familia”, dice la especialista.
Verónica Navarrete indica que el apoyo y contención como grupo se debe realizar, sobre todo, en procesos de duelo y procesos difíciles. “Se podría definir entre todos cómo se quiere vivir estas Navidades y fiestas de aquí en adelante, con la idea de ponerle un sello y un sentido especial. Incluso definir qué comeremos ahora de diferente a lo que antes hacíamos, etc. La idea es armarse de nuevo, generar un espacio nuevo, algo que nos haga sentido a lo que somos ahora, donde todos tengan la posibilidad de opinar y de ser escuchados”, plantea.
El hijo o familiar ausente
La docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico también da recomendaciones a las familias que viven la ausencia de un hijo en estas fechas por estar de viaje lejos de casa.
“En general, las fiestas uno las quiere vivir con la gente que quiere porque son súper importantes. Además hay que considerar que la Navidad se une con el fin de año, entonces son fechas trascendentes porque uno hace una especie de balance y reflexión del año, y a uno le gusta hacerlo acompañado de sus seres queridos. Entonces cuando hay alguien que no está por cualquier motivo, tú sientes que hay una parte tuya que no está completa. Pero también hay que saber que hay una parte que tiene que ver con proyectos del otro y, en ese sentido, por una parte da pena que no esté, pero también hay que ser generoso y estar feliz por el desarrollo del otro. Tiene que ver con superar un poco el egocentrismo y saber que para el otro también es difícil, pero que está en un proyecto de vida y eso implica renuncias”, finaliza Verónica Navarrete.
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