Por Dr. Ricardo Aburto, otorrinolaringólogo de Clínica Ciudad del Mar
Uno de los problemas frecuentes que presentan los niños pequeños en etapa escolar son los de tipo respiratorio. Por ello es importante que los padres observen sus conductas en esta materia, sobre todo cuando sus hijos están durmiendo. Es decir, que se preocupen de ver cómo respiran cuando duermen, si roncan o no, si tienen pánicos nocturnos, si se despiertan muchas veces, etc. Esto debido a que se puede ver comprometida la calidad del sueño, ya que se ha comprobado que el promedio de rendimiento escolar en los niños roncadores es más bajo en comparación a los niños que no lo hacen, lo que confirma cómo afecta esto en la actividad en el día a día.
Acomodadas al fondo y arriba de nuestro paladar, las amígdalas y adenoides forman parte de los tejidos linfáticos que se encuentran en la zona de la faringe y que constituyen lo que conocemos como el anillo linfático de Waldayer. Su función es detectar los diferentes microorganismos que se contactan con la vía aérea ―virus y bacterias―, enviando esa información al sistema inmunológico, para generar anticuerpos que en el futuro puedan defender a nuestro organismo de esos ataques.
Algunas veces estos tejidos aumentan su tamaño considerablemente, por lo que comienzan a obstruir la vía aérea, generando problemas respiratorios que se presentan principalmente cuando el niño duerme y se manifiestan a través del ronquido. Cuando el colapso de la vía aérea es aún mayor, pueden llegar a producirse pausas en la respiración durante la noche llamadas apneas, que en niños podrían durar entre dos a tres segundos.
Estos esfuerzos al respirar, alteran la arquitectura del sueño, impidiendo que el descanso sea eficiente y reparador. Se producen múltiples micro-despertares, por lo que durante el día su capacidad de concentración y rendimiento se verán completamente disminuidos.
Lo anterior resulta muy perjudicial para el desarrollo intelectual y cognitivo del menor, ya que el crecimiento de las neuronas cerebrales se produce hasta los 6 o 7 años de edad, de modo que es de vital importancia que en estos primeros años el niño esté en las mejores condiciones, para que así pueda alcanzar el máximo de su potencialidad.
Pero además de los problemas obstructivos que puedan llegar a generar las amígdalas y adenoides, donde la intervención quirúrgica es la única alternativa, existen otras causas relativas para pensar en una cirugía, como son las infecciones recurrentes. Esto quiere decir, cuando el menor ha presentado más de seis o siete episodios de adenoiditis o amigdalitis al año. En el resto de los casos, esta afección se puede tratar con medicamentos inmunoestimulantes o antibióticos.
Y aunque muchos padres pudieran sentirse temerosos al saber que la solución es la intervención quirúrgica, el beneficio versus el riesgo no resiste ninguna discusión. El avance de la tecnología, la variedad de técnicas y la decisión de optar por un buen centro de salud son cruciales en todo el proceso, es decir, desde el diagnóstico a la intervención propiamente tal.
En Clínica Ciudad del Mar contamos con todas las tecnologías para efectuar este tipo de cirugías, además de un excelente equipo de profesionales. La técnica más innovadora es la radio frecuencia llamada “Coblation”, que permite realizar la extirpación de las amígdalas y adenoides en base a una punta especial que genera muy poco calor. A diferencia de las técnicas tradicionales, produce escaso sangramiento intra operatorio y la recuperación a una vida normal es más rápida y con mucho menos dolor.