Por Carolina Yañez, Psicóloga Organizacional, Master en Psicología Positiva, Autora del libro Crescendo Colaborativo.
No importa qué género musical sea de tu agrado. Al tener líderes con mala música me refiero a malos jefes que ostentan de su cargo como una forma de poder y opresión, más que del necesario y vital liderazgo transformacional y sintiente, que te motiva, inspira y del que adhieres porque lo crees y lo ves ejemplificado en cuerpo y alma, así sin más.
Está lleno de jefes con mala música, pero como todo en la vida, también los hay con música grandiosa y movilizadora. Sin embargo, me detendré en aquellos que además tienen una connotación particular, los que frente al ojo público, son ejemplos de dirección, sabiduría y empatía; pero en privado, se apropian de tus ideas, no respetan tus opiniones, te exigen hasta la locura, no respetan tus horas de descanso, te infunde miedo y te hacen sentir, que de alguna manera tú eres el problema, que estás fallando, que no estás siendo suficiente y que debes seguir exigiéndote, por llegar a parecerle bien y no perder tu pega.
¿Y cuál es el resultado? Después de haberte esforzado tanto, porque sí lo hiciste, ese ascenso nunca llegó, ese aumento nunca se gestionó, esa evaluación de desempeño no te representó, etc. Hasta que llegaste a pensar que rendirse era la única opción. Te cansas, desmotivas, te da rabia, reclamas, ya no quieres ir a trabajar y terminas en el ojo crítico del mismo jefe que ya te hundió y que ahora quiere finalizar esta caza de brujas, despidiéndote.
Líderes verdaderos
Por todos lados una jefatura desafinada. Porque convengamos, que entre otras características, un verdadero líder no compite con su equipo, sino que lo acompaña en fortalecer cada una de sus virtudes, para que crezca como persona y profesional; y para que además con el aporte de cada uno de los componentes de este equipo, puedan cumplirse las tan ansiadas metas.
A ojos del mundo estas jefaturas tan “hábiles”, en lugar de instalar un ambiente laboral positivo, con un clima amable, constructivo, de vínculo, conexión y apertura; generan entropía, ruido, estructuras rígidas, oídos sordos con una pésima comunicación, bajo nivel de flexibilidad y una cultura total y absolutamente nociva, que estaría lejos de encantar al dueño o directivos de esa empresa, porque ¿qué trabajador quisiera llegar a trabajar a un campo minado? Este tipo de jefaturas (jefes y jefas) desafían totalmente al orden que establecen cardinalmente las organizaciones, el de la productividad. ¿Y saben que más? Y son los muchas veces directos “hacedores” de licencias médicas, tratamientos de salud mental y alta rotación.
En Chile al día de hoy, se están insertando cambios en la metodología de contratación, formación, gestión de clima, talento interno, evaluación de los desempeño, fortalecimiento de habilidades blandas, especialmente en Liderazgo y más espacio de voz y voto a las Gerencias de Recursos Humanos. Sin embargo, se siguen avalando estas malas prácticas de liderazgo tóxico y nocivo, que empañan cualquier tipo de estrategia, tal como suena.
Y recuerden por favor a todos aquell@s que tienen injerencia en la toma de decisiones a nivel de contratación o influyen en esas decisiones: “La empresa no necesita más cargos regalados por amiguismo, necesita líderes con propósito”.
Nos es fácil, me consta, llegar a las notas altas en tu escala musical, si están constantemente exigiéndote cantar notas bajas. No es tu tono, no es tu naturaleza, frente a eso lo que ocurre es provocar una salud mental resentida. Ante eso intenta resolver buscando vías formales internas, aliados, prepararte para estar al día y estar listo para otras oportunidades, porque tu voz es importante y merece ser escuchada y reconocida.
Y finalmente, los jefes con mala música abundan, pero tú también puedes ser capaz de acercarte al dial y sintonizar otra canción.








