Valorado por sus propiedades terapéuticas, el jugo del aloe vera cuenta con procesos que mantienen la pureza, la calidad y la seguridad en el consumo diario.

Reconocida por sus propiedades medicinales desde tiempos ancestrales, el Aloe vera ha sido valorada por civilizaciones como la egipcia, la griega y la sumeria. Originaria de regiones tropicales y subtropicales, esta planta pertenece a la familia Liliaceae, junto al ajo, la cebolla y los espárragos, y hoy en día sigue siendo objeto de estudio por sus múltiples aplicaciones en salud y bienestar.

El Aloe vera se compone de dos partes principales: el látex, que contiene compuestos como aloínas y emodinas, y el gel interno, rico en agua, polisacáridos, vitaminas, minerales y ácidos orgánicos. Este gel ha demostrado tener efectos cicatrizantes, hidratantes y antiinflamatorios, lo que lo convierte en un aliado natural para el tratamiento de quemaduras, heridas y afecciones cutáneas. “Gracias a su capacidad para estimular la regeneración celular y favorecer los procesos de cicatrización, el Aloe vera promueve una recuperación de la piel de forma natural”, explica Isabel García Tornadú, Científica Principal del área de Ciencia y Seguridad Global de Ingredientes y Productos en Herbalife.