Quitar la idea de competencia respecto de quién tiene mejor nota o dejar de encasillar a los niños como “inteligentes” o “flojos”, son objetivos que requieren del trabajo conjunto del colegio, padres y profesores.

En junio de 2012, el Cruch (Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas) informó acerca de la incorporación de un nuevo sistema de cálculo de puntaje para poder estudiar una carrera en algunas de las instituciones del consejo. Según este, se consideran las notas obtenidas por los alumnos en la Enseñanza Media (NEM) de acuerdo con un mecanismo que pretende premiar talento y también a los alumnos que han aprovechado las oportunidades a su alcance.

Aunque no lo es, el sistema se bautizó como “ranking de notas” y sumó una nueva presión a los estudiantes secundarios, situando sus calificaciones como factor determinante para entrar o no a la institución de educación superior deseada.

Sin embargo, el estrés por conseguir una buena calificación no solo se produce en los cursos de Enseñanza Media, sino que también en los inferiores, donde muchos pequeños hoy en día se ven enfrentados a una gran exigencia escolar.

La sicopedagoga y Educadora de Párvulos, Mónica Lepín, editora de Editorial Caligrafix, explica que: “los niños desde pequeños reconocen a sus pares y los identifican, encasillándolos como “inteligentes” o “flojos”, basando su juicio principalmente en los resultados de las pruebas”.

Pero, si bien muchas veces estos niños obtienen malas calificaciones en una evaluación escrita, “son los mismos que suelen destacar al trabajar de manera más lúdica o en actividades que requieren poner en juego otro tipo de habilidades”, sostiene la especialista.

Por otro lado, el formato de “prueba escrita o de alternativas” no es la única forma de evaluar y resulta fundamental considerar las características de cada niño así como su singularidad.

Mónica Lepín comenta que, en ocasiones el estrés por las notas se origina en los propios padres. “Muchos se desorientan y solo se focalizan en que sus hijos obtengan buenas calificaciones, dejando de lado otros ámbitos donde puedan destacar”.

Así mismo, entendiendo que no todos los niños son iguales, “los educadores pueden actuar desde la sala de clases, evaluando con fórmulas adaptadas a las habilidades particulares de los estudiantes e instruyendo en hábitos de estudio y formas de razonar”, aconseja la editora de Caligrafix.

En forma paralela, se hace necesario relevar la importancia de la elección del establecimiento educativo para los hijos y no olvidar jamás otros aspectos, tales como la empatía, el compañerismo, la amistad, la creatividad que, en conjunto, serán “características que les ayudarán ser mejores personas y a desenvolverse en la vida”, finaliza Mónica Lepín.

Para evitar que nuestros hijos se sientan estresados por las notas, se aconseja:

  • Aprender a organizar las tareas. En muchas ocasiones, la falta de organización es causa del estrés.
  • Tomarse los resultados con relajo: los niños no tienen por qué ser perfectos, tampoco los mejores en todo. Lo importante es que sean felices.
  • Educar con el ejemplo. Cuando los adultos estamos estresados, hay probabilidades de contagiar con nuestro nivel de activación a los niños del entorno.

Foto vía: criancacrianca.com.br