El ser humano está en busca de la felicidad constantemente, pero la solución está en nosotros mismos. Un psicólogo experto en la temática explica cómo evadir conductas que bloquean la posibilidad de ser feliz.
Parece que siempre va un paso adelante. La felicidad se escapa cada vez que el ser humano trata de alcanzarla. Pero, según los expertos en la materia, el estado de plenitud máxima es inherente al ser humano, ya que desde el momento en que nacemos somos felices.
“Estar feliz es el estado natural del ser humano, y las guaguas son prueba viviente de ello. Ellas viven totalmente felices cuando tienen sus necesidades cubiertas: papa, abrigo, tuto, seguridad y cariño. Son seres radiantes, plenos de alegría y amor”, afirma Gonzalo Pérez, psicólogo experto en astrología arquetípica y académico de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
En la sociedad actual abundan las personas que creen que logrando éxitos personales y comprando artículos materiales van a alcanzar la anhelada felicidad. Sin embargo, este estado se logra con cambios en el ser interior. “Comúnmente pensamos que la felicidad viene de conseguir cosas, como comprar casa o auto, titularse, adelgazar, casarse; ciertamente esos logros dan satisfacción, pero no duradera. La felicidad es mucho más que satisfacción y placer, es un estado del alma en paz y contento consigo misma y con la vida”, explica Pérez, autor de los libros Los mundos del Eneagrama. Miradas desde Chile Un Espejo (2015) y Cósmico: el viaje del alma por la sabiduría de los doce signos (2008).
¿Cómo se puede lograr ser feliz? “Hay una fórmula infalible para experimentar felicidad. De hecho, todos la conocemos: sentir de cuerpo y alma, con total convicción e intensidad, que amo y que soy amado. Puede ser con otro adulto, con un niño, con un animal regalón, con un grupo o con la vida misma, como cuando paseamos por la naturaleza y no podemos creer que todo sea tan bello, vivo y perfecto. La fórmula la conocemos, lo que nos cuesta es practicarla”, asegura el especialista.
Para sentirse feliz de manera más permanente, como un estilo de enfrentar la vida, es necesario eliminar conductas que inhiben los sentimientos positivos. “Se puede enseñar a distinguir las actitudes que bloquean y las que favorecen la felicidad. El cuerpo y el alma saben de felicidad, pero en cambio la cabeza, con su incesante comentario, echa a perder la situación más idílica. Lo importante es comprobar que la preocupación y la culpa son los peores enemigos, y que la confianza y el perdón son sus aliados más poderosos. Rechazar y reclamar son acciones que nos perpetúan en el descontento y que por eso debemos evitarlas. Es necesario constatar a fondo que el estado feliz es un estado de presente, de entrega completa a lo que está pasando, en vez de estar reescribiendo el pasado o inventando el futuro. Ser feliz implica aceptar y apreciar como actitudes de vida que nos acerca a estar amando siempre”, señala Pérez.
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