• La Universidad de Washington desarrolló  el modelo “Comunidades que se Cuidan”,  que actualmente está siendo promovido en nuestro país por la Fundación San Carlos de Maipo.

Durante la época estival, los niños, niñas y jóvenes tienen más tiempo para jugar y entretenerse con sus amigos sin la responsabilidad de cumplir con las exigencias de sus establecimientos educacionales. Es una época en la que están más libres, porque no hay horarios que cumplir, ni adultos responsables que los vigilen.

Debido a la falta de cuidado responsable, hay mayor riesgo de que tanto niños y jóvenes se involucren en conductas y situaciones de riesgo (consumo de alcohol y drogas, actividades ilícitas, conductas sexuales de riesgo, exposición a abusos). Sin embargo, para evitar este tipo de comportamientos, los padres pueden tener estrategias de control y supervisión a pesar de no estar en la casa durante la jornada de trabajo.

Consejos:
1.Conversar con sus hijos para saber qué hacen durante el día y con quién se juntan.
2.Aconsejarlos para que prevengan situaciones de riesgos.
3.Involucrarlos en actividades pro sociales como talleres municipales u otros.
4. Conocer a los amigos de sus hijos.
5.Conocer a los padres de los amigos de sus hijos y contactarse con ellos para hacer una supervisión conjunta de las actividades de sus hijos.

Estas estrategias aumentan el control de los padres o adultos responsables aunque no estén presentes. Si los niños y jóvenes saben que los adultos pueden enterarse de las cosas que hacen, ellos naturalmente van a tener mayor cuidado de involucrarse en situaciones de riesgo. Por otra parte, conocer a los amigos es un buen indicador del nivel de riesgo al que están expuestos. “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

Los grupos son una fuente relevante de influencia, sobre todo en la adolescencia y juventud, razón por la que estar al tanto de las actividades de los grupos de los hijos es muy relevante como indicador del riesgo en el que se encuentran.

Por ejemplo, si un niño está en un grupo que fuma marihuana, está expuesto a fumar, si es que no lo ha hecho ya. SI está en un grupo en el que los padres saben que entran a supermercados como mecheros, es probable que su hijo también participe de esas cosas. De igual forma, que los padres de los grupos de amigos se comuniquen y se apoyen en la supervisión de los niños es una buena manera para detectar conductas de riesgo o inapropiadas de parte de los menores.

Si un joven toma hasta quedar borracho en la casa de un amigo y el adulto responsable de esa casa se da cuenta, debe avisar al padre para que esté al tanto de la situación.

Ese trabajo en red permite que la supervisión se mantenga independiente de si está en la casa propia o en la de un tercero. Además que los padres pueden tener reglas compartidas que ayuden al cuidado de los hijos, como el horario para llegar a la casa después de un carrete o si se puede o no fumar, tomar, etc.

Por último, el conversar con los hijos es algo importante, porque si se hace bien, puede aumentar la confianza entre el adulto y el menor. Si se logra la confianza y el buen diálogo, será el mismo niño o joven quien le comente al padre sobre las situaciones y conductas de riesgo en las que se ve involucrado y también en base a una relación sólida, es donde los consejos de los adultos tienen efecto en la conducta de los menores.

Programas concretos

La Fundación San Carlos de Maipo, en su trabajo por mejorar la condiciones de vulnerabilidad social de niños y adolescentes, implementa en Chile el modelo “Comunidades que se Cuidan”, donde son las propias comunidades quienes se involucran para identificar cuáles son los factores de riesgo y de protección que observan en su grupo.

Esta es una iniciativa internacional creada por la Universidad de Washington, que ha sido probada exitosamente en más de 10 países con resultados visibles: los jóvenes son un 32% menos propensos a consumir drogas, 18% menos expuestos a delinquir y 14% menos involucrados en violencia.

“Los beneficios del Comunidades que se Cuidan se enfocan en incrementar la capacidad de las comunidades para manejar y abordar sus problemas, desde una mirada cercana y empática. Se interesan por saber qué está pasando con sus vecinos”, explica Rafael Rodríguez, psicólogo y encargado de área de Justicia de Fundación San Carlos de Maipo.

La idea principal de la Fundación San Carlos de Maipo es prevenir proactivamente conductas problemáticas en niños y jóvenes. Para ello interviene de forma directa en barrios vulnerables mediante un modelo de gestión territorial que identifica los factores de riesgo y de protección.