- En los últimos diez años el porcentaje de diabéticos se ha duplicado en Chile, llegando a afectar a 1 millón 700 mil personas. Esta enfermedad puede traer graves complicaciones, especialmente en la salud del corazón y el cerebro. El endocrinólogo de Clínica Vespucio, Dr. Rafael Ríos, explica que la prevención es fundamental, así como el control periódico del azúcar en la sangre.
La diabetes es el aumento del azúcar en la sangre (hiperglicemia) producido por un mal funcionamiento de la insulina, la hormona producida en el páncreas que ayuda a controlar la glicemia y a procesar la azúcar consumida en los alimentos.
Esta enfermedad puede producir complicaciones agudas, tales como pérdida de conciencia (comas) cuando el nivel de azúcar en la sangre es muy elevado o muy bajo, y que incluso pueden producir la muerte, así como enfermedades crónicas, como ceguera, problemas al riñón, fallas al corazón, arterias y sistema nervioso.
“La diabetes es una enfermedad que no produce síntomas hasta muy avanzada. Por ello es clave tener un estilo de vida saludable, mantenerse activo físicamente y controlarse la glicemia de manera preventiva, sobre todo quienes presentan factores de riesgo como obesidad, sedentarismo, antecedentes familiares e hipertensión”, sostiene el endocrinólogo de Clínica Vespucio, Dr. Rafael Ríos.
Cómo prevenir
- Evitar el sobrepeso y la obesidad
- Hacer al menos 30 minutos diarios de actividad física, cinco días a la semana. Lo ideal es que sean ejercicios aeróbicos, como caminar, salir a trotar, andar en bicicleta, hacer baile entretenido, natación, etc.
- Tener una alimentación balanceada y saludable, rica en frutas, verduras y consumir alimentos con bajo índice glicémico, con mucha fibra. Además, incorporar probióticos y prebióticos (alimentos fermentados, yogurt, pan de cebada, entre otros)
- Controlarse periódicamente, en particular si se tiene antecedentes familiares de diabetes.
Algunos síntomas
- Mayor frecuencia y cantidad de orina
- Sed excesiva
- Baja de peso abrupta
- Deterioro de la visión
- Infecciones persistentes